Llegar a los cien años es especial para cualquier persona. Cumplir 102 se convierte en “una edad en la que las emociones se desbordan porque pensabas que todas las sorpresas ya las habías vivido”, declaró con nerviosos y alguna lágrima Dª Felicitas Calavia, residente de Ballesol Fabra i Puig que no dudó en soplar las velas y seguir pidiendo deseos, “sobre todo para los más cercanos y para aquellos que lo necesiten”, interrumpió agradecida y feliz por tanta expectación que había a su alrededor. Para todos los residentes, trabajadores y familiares de este centro residencial, Dª Felicitas es un ejemplo de cómo envejecer con salud y con ganas de seguir activa y participativa.
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