viernes, abril 19, 2024
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JOSÉ J. BOTELLA TRELIS, GERIATRA

El Geriatra José J. Botella Trelis es una de las personas más reconocidas e influyentes en España para hablar sobre atención sanitaria a las personas mayores y enfermos crónicos. En la actualidad es médico del hospital Doctor Moliner (Hospital de Atención a Crónicos y de Larga Estancia) y en la Unidad de Geriatría Hospital Casa de Salud de Valencia, ofreciendo atención médica integral a Personas Mayores con la finalidad de mejorar su calidad de vida mediante el diagnóstico, la prevención, el tratamiento o la paliación de las enfermedades que afectan con mayor frecuencia a los adultos mayores.

Una investigación de expertos de la Universidad suiza de Zúrich relata que han creado un fármaco que logra reducir el deterioro cognitivo del Alzheimer y que elimina las placas dañinas cuando aún no hay síntomas de demencia ¿Es posible curar el Alzheimer?
A la pregunta de si es posible curar el Alzheimer la respuesta en este momento es no. Si preguntamos si podremos curar la enfermedad en un futuro, la respuesta es casi seguro que sí, como todo en medicina hasta el momento. A la pregunta cuándo, la respuesta debe ser ni idea. Es fundamental no levantar falsas esperanzas en pacientes y familias que están viviendo situaciones muy complejas y a quienes cualquier atisbo de solución les abre unas puertas aún no reales. No me parece justo. Los científicos somos capaces de poner las respuestas en cierto contexto. Ellos no pueden.Pero el mensaje debe ser que se está investigando mucho. Personalmente no vislumbro curación a corto plazo. Pero, la ciencia avanza de dos modos: a pequeños pasos y a grandes saltos. No sabemos si en el caso de la enfermedad de Alzheimer será como en el primer caso o como en el segundo. Si es el primero será lento, si es el segundo caso entonces es impredecible.
Y mientras curamos el Alzheimer, ¿cuál es el papel del geriatra en el proceso de esta enfermedad?
El geriatra tiene múltiples roles que jugar. El primero en el diagnóstico, no debemos quedarnos, como en muchos casos sucede con las personas mayores, con respuestas de profesionales a los familiares que han detectado la enfermedad del tipo de “a su edad qué se puede esperar”.

«COMO FAMILIARES NO ASUMIMOS QUE, EN CIERTOS CASOS, EL INGRESO EN RESIDENCIAS ES LA MEJOR OPCIÓN DE CUIDADOS»

El segundo sería la coordinación de tratamientos tanto farmacológicos, si se consideran oportunos, como de tratamientos no farmacológicos. Siendo los segundos (las terapias de estimulación cognitiva) tanto o más importantes que los primeros. En tercer lugar, ayudar a la formación y la adaptación de las familias a la nueva situación. Esto es primordial. Que sepan qué está pasando, qué va a pasar y qué podemos hacer. El soporte a las familias es la base del manejo. Si se sienten acompañados y apoyados, si saben a quién recurrir, su nivel de ansiedad e incertidumbre disminuye y son capaces de manejar mejor al paciente y la situación del día a día. El “vuelva a usted dentro de un año” no sirve en estos pacientes. Es prioritario el tratamiento integral, no solo de la demencia, sino de sus complicaciones y de las otras patologías que el paciente mayor ya aporta en el momento del diagnóstico de esta nueva enfermedad. La demencia es una enfermedad más dentro del cortejo de múltiples enfermedades crónicas.

¿Qué importancia e incidencia tiene la implementación de unidades geriátricas de agudos en la reducción de la pérdida funcional asociada al ingreso hospitalario y en definitiva en la salud de estas personas mayores? ¿En qué nivel asistencial deben estar ubicadas las unidades geriátricas?
Cuando un paciente mayor ingresa en el hospital de agudos, hay estudios que demuestran, que sabemos mejorar en la mayoría de los casos la causa del ingreso y que deterioramos su funcionalidad. La funcionalidad: pieza clave en sus vidas. Ellos quieren hacer lo que necesitan hacer, quieren poder seguir con sus vidas, están acostumbrados a sus patologías crónicas. Luego, si les deterioramos su funcionalidad y no pueden seguir adelante y se sienten una carga para sus familiares, entonces sus vidas pierden sentido. El paso por el hospital de agudos supone en muchos casos la puerta de la institucionalización. Esto es lo que hay que evitar y esto es en lo que se especializa la geriatría. Para evitarlo la precocidad de la intervención es primordial, el geriatra debe estar en la primera línea de intervención. El geriatra debe estar integrado en todos los niveles asistenciales, y si se produce la perdida funcional, lograr la mayor recuperación posible o evitar complicaciones en la dependencia. Ello también ayuda a que otras especialidades vayan impregnándose de nuestros conocimientos y siendo conscientes de la geriatrización de la medicina y de cómo abordar a estos enfermos.
¿Qué valores cree fundamentales e indispensables para el cuidado de una persona mayor con demencia en una residencia como las de Ballesol?
Como en todo en geriatría, múltiples. Hay que realizar un abordaje multi e interdisciplinar. Desde una perspectiva ética, evitando ageismo y dando tratamiento integral a patologías y funcionalidad. Se debe lograr el mantenimiento de la máxima autonomía posible y fomentar actividades lúdico sociales, integrando en la medida de lo posible en ello a las familias. A las cuales hay que dar un soporte emocional y formativo. Como familiares no asumimos que, en ciertos casos, el ingreso en residencias es la mejor opción de cuidados y la que supone la mejor atención posible. En el domicilio, a veces, los cuidados que requiere un paciente con demencia se escapan a familias y cuidadores. Necesitamos profesionalidad.
Llegado el momento, habrá que adoptar una atención paliativa evitando que, en situaciones de final de vida y últimos días, hospitalizaciones innecesarias puedan llevar a casos de obstinación terapéutica. La medicina, muchas veces, aún ve la muerte como su fracaso y se empecina en evitar la muerte, cuando la misma es inevitable y debemos procurar dignidad en esos momentos finales. Creo que el artículo de Susan Mitchel, publicado el año pasado sobre los cuidados al final de la demencia, es esclarecedor de lo que está sucediendo con demasiada frecuencia.
¿Qué valoración realiza en su unidad con aquellos residentes de
Ballesol que han sido derivados, y qué protocolos de actuación se derivan después del reconocimiento y estudio del residente?
Hace tres años, desde el Hospital Doctor Moliner (Hospital de Atención a Crónicos y de Larga Estancia) ofrecimos una consulta externa de geriatría a las muchas residencias que hay alrededor del centro. Existe un déficit total de atención especializada geriátrica en hospitales de agudos en la Comunidad Valenciana y consideramos que era importante atender a sus residentes con una especial visión y sensibilidad. Se ofrece atención por un geriatra de pluripatologías, polifarmacia, úlceras vasculares y por presión de difícil manejo, enfermedades crónicas descompensadas, deterioro cognitivo y cuadro confusional agudo, grandes síndromes geriátricos y un largo etcétera. Tenemos acceso, relativamente rápido, a pruebas diagnósticas a las que no se tiene desde las residencias. Se sugirió esta posibilidad y ha sido muy bien aceptada, desde luego, por los facultativos del Grupo Ballesol. En la actualidad, centros de Atención Primaria próximos se están sumando a utilizar la Consulta.
Por su experiencia y conocimiento ha colaborado en la formación de médicos en los centros BALLESOL. ¿Qué importancia y conocimientos transmite en la metodología y actuación de estos profesionales respecto a los que trabajan en otros ámbitos y entornos?
Tras más de 20 años en contacto profesional y, ahora ya personal, con el Grupo BALLESOL, creo que el trato de sus médicos y de todo su personal se caracteriza por tres aspectos: en primer lugar, una gran preocupación profesional por el paciente geriátrico y sus familias y la actualización del manejo médico de los pacientes y de los aspectos no puramente farmacológicos, pero no por ello menos importantes, tales como estimulación, restricciones, ética al final de vida y toma de decisiones en esos momentos, y un largo etcétera.
En segundo lugar, manejo de las situaciones desde una perspectiva interdisciplinar que es una de las bases del éxito de la medicina geriátrica.
Y en tercer lugar, por el respeto a la dignidad de las personas y sus familias en todos los momentos del proceso vital que están en sus centros, en todos los estamentos profesionales.
¿Qué condiciones del entorno residencial destacaría como positivas y diferenciadoras a otras opciones en el cuidado de personas mayores con demencia severa?
De todas ellas destacaría la atención a la Dignidad. En la fase más avanzada de la demencia es lo más difícil y lo más necesario. La medicina en ciertos casos no sabe cómo actuar en estas situaciones y el paradigma de ayudar a morir con dignidad debe ser junto con el de curar piedra angular de la medicina del siglo XXI.
Como reconocido geriatra, ¿qué se quiere transmitir cuando se habla tanto en congresos y ponencias sobre “favorecer una cultura del envejecimiento”?
Ante esta cuestión me surge un sentimiento dual. Me viene a la memoria la tercera ley de Newton. Hemos pasado de actitudes ageistas, de exclusión de personas mayores y su discriminación por motivos de edad, a promover una desmedida y poco realista protección del envejecimiento. Todo debe tener su justa medida y esto lo digo como geriatra. Veo cada vez más casos de personas mayores a las que se les está transmitiendo tanto las bondades del envejecer, de la cultura del envejecimiento, que están cayendo en algo que yo vengo a llamar “Gerontorexia”. Viven vidas muy activas, tan activas que están siendo como nuevos adolescentes, con horarios que no les dejan pensar. Se les crean unas expectativas irreales y creo que no son conscientes de su posible situación. Llegado un momento en que esas expectativas que se han creado, habitualmente si pierden funcionalidad, no pueden ser satisfechas aboca en frustración. Entre atender la Universidad de Mayores (hemos oído “yo he obtenido tres carreras universitarias desde que me jubilé”), el coro, el senderismo, el voluntariado, los viajes, las comidas,… están realizando una huida hacia adelante. Para mí, eso no es envejecimiento activo, satisfactorio ni productivo.
Creo que debemos promover una cultura del envejecimiento pero desde una perspectiva realista, no desde los mecanismos de evitación y huidas hacia adelante, de lo contrario los abocamos a expectativas que serán defraudadas y eso supone momentos finales de vida muy complejos y de difícil manejo.

Redacción Revista Ballesol
Redacción Revista Ballesol
Equipo de redacción de la Revista Ballesol
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