En Ballesol Gijón intentan no perder la costumbre de coser. “Nos permite concentrarnos, fijarnos en los colores y en las texturas, interrelacionarnos con los demás, y ayudar a aquellos que por diversos motivos no pueden arreglar sus descosidos”, desvelan los entretenidos residentes que comparten momentos agradables y de continuos recuerdos entre remiendos y costuras. Aquí, nos dicen, participan todos.
Los que por la vista o las manos están más limitados, acompañan con consejos, los demás, cosen para ellos y para los pedidos que “nietos e hijos solicitan”, comentan entre risas.