INTERGENERACIONAL MENTE

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Sentir que el tiempo se detiene es maravilloso”. Esta sensación coincidente entre nuestros cuatro protagonistas no será la única que los una. La relación entre abuelos y nietos tiene todo el sentido, es reconfortante y enriquecedora.

En la práctica Dª. Dolores Castillo Grifol (84 años) residente de Ballesol Patacona y Raúl (13) su nieto, atienden a un deseo: la satisfacción de compartir un instante, un momento, una actividad, una afición…¡qué más da si lo que importa es estar juntos¡ irrumpe la abuela en el salón, donde suceden muchas cosas, “entre ellas la complicidad”, aprecia el TASOC Javier Simarro, como testigo y partícipe de esta hermosa relación que surge en este entorno facilitador de vida, en el que “el ambiente integrador y el bienestar físico, mental y la interacción social de las personas son el objetivo” comentan Simarro y la trabajadora social, Laura Herrándiz.

Abuela y nieto llegan a la cita entre risas, pero cansados. Acaban de estar buceando entre tiburones. Les gustan las emociones fuertes. “Hace unas semanas estuvimos en una montaña rusa” gesticulan el movimiento ante la incredulidad del que les escucha. Capaces serían por ánimo y osadía. Con las gafas de realidad virtual que usan pueden recorrer el mundo. ¿Lo has visto Raúl? “sin poder” hemos hecho el “se puede”. Inmediatamente se chocan las manos con la admiración que se profesan.

El dominó surgió hace más de mil años en China como un juego mejorado de los dados con seis caras. Y después llegó a Ballesol. O eso debe de pensar Raúl, que desde que supo que su abuela se iba a Ballesol Patacona hace cuatro años, no se ha olvidado de jugar una partida semanal. ¿O tal vez fue mucho antes? “De siempre he tenido una relación muy personal y estrecha con mi abuela. Fue ella quien más me enseñó a leer y sumar. Me gustaba tanto hacer los deberes con ella que al terminar no podía faltar la partidita de dominó o parchís”. Y ahí siguen entre fichas. Compartiendo su afición con más residentes que participan,“juntos hay más emoción y mejores momentos”, coinciden en una experiencia que conduce a una reflexión entrañable. “Lo que más me ha enseñado mi abuela es a luchar en esta vida…” Raúl es un niño maduro para su edad que recuerda la situación de su abuela al ingreso en el centro. “Cuando mi abuela entró en la residencia no podía hacer casi nada por ella misma. Iba en silla de ruedas”. Fue como volver a empezar y aprender, apostilla Silvia, la hija de Dª. Dolores, que no puede evitar agradecer con un gesto cómplice el trabajo de Javier Simarro.

La apuesta por las actividades intergeneracionales en Ballesol Patacona está abierta a residentes y familiares, pero también a otros colectivos como los alumnos del instituto próximo. Lo dicen porque ya están ultimando un club de lectura entre residentes y alumnos con problemas de aprendizaje. Y en mente otro curso sobre el uso del móvil para personas mayores. “¡A este nos apuntamos seguro!”, chocan sus manos abuela y nieto. Desde cualquier residencia Ballesol, como esta de Patacona, se busca prestar servicios sociosanitarios centrados en las personas. Enriquecer las relaciones no sólo entre iguales sino entre diferentes generaciones y esta es una bonita prueba de ello.

Adecuar los ambientes que nos rodean para convertirlos en espacios con vida y entornos amigables es una realidad en Ballesol Salamanca. Así lo aprecia Dª. Manuela Gómez desde que llegó a esta residencia en mayo de este año. El bienestar físico, mental y relacional que le produce compartir una actividad con su nieto, la estimula. Alonso sólo tiene 6 años. Y se presenta sin decir una palabra, mira a su abuela y va corriendo a abrazarla.

Cada día que Almudena se acerca a ver a su madre, detrás aparece él. Y al lado, Laura Moriñigo, la TASOC, que recuerda cómo empezó la participación de Alonso con su abuela en Ballesol Salamanca. “¡El bingo de cartas!” irrumpe el chiquillo, entre risas de los demás residentes que atienden a esta historia intergeneracional, que ya tiene años. “En casa leíamos cuentos y por su puesto jugábamos al dominó, y a las cartas”.

También la abuela se aficionó a las famosas construcciones infantiles. Esta complicidad ha facilitado a ambos participar en cada actividad intergeneracional en el centro. “La figura del abuelo está muy bien valorada. Se ha incrementado el tiempo en el que coinciden dos generaciones tan aparentemente distanciadas en el tiempo y a la vez tan unidas en inquietudes y necesidades”. Saber aprovecharlo y enriquecerlo con actividad e imaginación ha sido fácil para Laura Moriñigo, que ahora contempla el éxito del teatro de Guiñol “de abuelos a nietos y viceversa” podríamos decir.

La idea partió de D. Antonio Asensio, un residente tan curioso como juguetón, y convenció a todos. También a Dª Manuela y Alonso. Se trata de una versión de la saga Stars Wars llevada al guiñol por los residentes de una manera casi profesional, con sus títeres realizados por ellos, su historia, sus protagonistas y una moraleja final para los más pequeños. En el proceso, la influencia entre nietos y abuelos ha sido reciproca, y eso se nota en lo satisfactorio del resultado para ambas partes. Dª. Manuela se enorgullece de un hecho: Alonso ha aprendido a tener paciencia, a escuchar y seguir el ritmo de los demás residentes. Tanto éxito ha tenido el guiñol que ya tiene peticiones para representar la obra fuera del centro y así compartir y extender esta preciosa y enriquecedora experiencia intergeneracional.