Conversar con Antonio Garrigues es como plantarse ante una pantalla sobre la que se proyectaran los últimos 50 años de la vida española. Podría definirse como el más genuino representante de la sociedad civil; el liberal que intentó ingenuamente meterse en política; el hombre de teatro que espera algún día entregarse a ello de cuerpo, porque de alma ya lo está. Un hombre que quiere dedicarse a la investigación jurídica, a escribir algún ensayo sobre el futuro que nos llega o a ver el mundo desde una atalaya privilegiada que le proporcionan sus 80 años. Tiene como meta proyectar proyectos. Y por eso tiene la prisa metida en el cuerpo y la idea de que no tiene por qué parar un solo segundo.
Antonio Garrigues Walker es desde el pasado mes de octubre presidente de honor del despacho Garrigues, que dirigió desde 1962. Tiene casi 2000 profesionales en su bufete y mantiene oficinas en las principales ciudades de España y Portugal. Tiene delegaciones en Nueva York, Shanghái, Sao Paulo, Casablanca, Tánger, Londres, Bruselas, Varsovia y Bogotá.
Magnífico conversador, se interesa siempre por la opinión de los demás.
Y pocos saben que este hombre, jurista por definición, estuvo a punto de dejar su carrera de derecho por… ¡el fútbol!
Y lo comentó en alguna ocasión: “yo lo único que hago o que hice bien fue jugar al fútbol”. Le gusta jugarlo, pero no verlo, salvo al Aravaca donde juega alguno de sus nietos. ¿Qué hubiera pasado si aquel día que volvió a casa con el flamante chándal y las botas del Atlético de Madrid, su padre le hubiera animado a ser futbolista en vez de abogado?El fútbol fue para mi una fuente de placer muy especial. ¿Que qué hubiera pasado? No lo sé. Alguna vez lo pienso (y me río), es verdad. Pero creo que mi padre hizo lo correcto y reaccionó como lo haría cualquier padre: «Me parece muy bien que quieras jugar al fútbol; pero antes, tienes que acabar la carrera. Termina tus estudios y luego haz lo que quieras».
Antonio Garrigues era delantero del equipo de El Pilar. Un buen día hizo un gran partido, marcó dos goles y al acabar un ojeador del Atlético de Madrid le invitó a ir al Metropolitano. Y allí le “ficharon”. Le dieron unas botas reglamentarias, un chándal con el escudo del equipo y una dosis de ilusión y de fantasía. Y tan contento llegó a su casa. Su padre, con amabilidad, pero sin titubeos, le dijo que devolviera todo aquello y que su prioridad tenían que ser los estudios.
Bueno, no fue un fichaje profesional, sino de amateur, así que estaba todo un poco en el aire.
¿Y ahora?
Ya no me gusta el fútbol. Para mí ha perdido todo el interés.
La preocupación por el futuro.
No le gusta hablar del pasado. Lo que realmente le gusta, le inquieta y le apasiona es el futuro. ¿Cómo lo ve? Su actividad es constante, se mueve como si siempre tuviera prisa… Ya le dijeron: «alguna vez vas a llegar antes que tú mismo».
Es verdad, siempre he tenido la prisa metida dentro. Si tengo algo pendiente es como si me ardiera dentro. Eso demuestra la sangre americana de mi madre y quizá por eso comprendo muy bien Estados Unidos; tienen una dinámica muy acelerada; la prueba es que cuando vuelves de allí, la traes contigo. Lo mismo que si comparamos Madrid con alguna capital de provincia. El ritmo de Madrid es distinto. Cada ciudad tiene el suyo. Me puede el dinamismo de Estados Unidos.
«LA EDAD A LA QUE UNO SE JUBILA HOY SE está en plenitud y debe servir para muchas otras cosas. Es posible que, poco a poco, la tercera edad empiece a estar de moda»
Es de los que siempre tiene que estar haciendo algo, y sobre todo, algo nuevo.
Sí. Siempre tengo proyectos para mantener la ilusión. Por ejemplo, ahora estoy aprendiendo alemán. Y acabaré pronto hablándolo. También quiero conocer parte del mundo que no conozco o conocer mejor otros países. Mire, por ejemplo: yo he estado en China 35 o 40 veces. Podría decir que conozco China, pero no es verdad. La última vez pude viajar en el tren bala y vi otra totalmente distinta, la de
as bicicletas y de los bultos, que nada tiene que ver con Beijing o Shanghái.
Hay una frase en su biografía que me impresionó. Un día no muy afortunado, usted en vez de quejarse dijo simplemente: «A mí me pagan por los días malos».
¡Claro! Es verdad. Todos tenemos esos días que hay que aceptar, porque la vida es eso. Aceptar los días buenos es muy fácil. Y aceptar los malos también es sencillo si te das cuenta de que forma parte de tu trabajo, de tu vida, de tu sueldo.
La amenaza de los GRAPO
Apareció en aquellos años del plomo en una lista de los GRAPO con amenaza real de muerte. ¿Qué pensó entonces?
Quizá no tuve una consciencia real de que estaba en peligro de muerte. No le di mayor importancia. Me pusieron escolta, y quizá al principio no te alarma mucho; pero tener constantemente dos o tres personas pendientes de todos tus movimientos es muy difícil de soportar. Lo único que pedí es que me quitaran la escolta, pero con una lógica aplastante me dijeron que, si me pasaba algo, la responsabilidad caería sobre quienes debían protegerme.
«Mi padre y Jacqueline Kennedy tenían una buena amistad. Yo nunca se lo he preguntado pero me parece imposible que pensaran en boda.»
La trilateral.
Ha sido y es uno de esos españoles importantes que están en todas las quinielas internacionales. Pertenecer a la Comisión Trilateral (fundada en los años setenta por David Rockefeller, es una asociación de empresarios de EEUU, Japón y Europa Occidental), daba un cierto aire de poder y de intriga ¿Realmente es así? ¿Es verdad que se trataba de un gobierno mundial en la sombra?
Sinceramente, no. Debo decir que como colectivo nuestra influencia era nula. Así como suena. Sin embargo, como grupo de pensamiento era algo verdaderamente enriquecedor. Era gente muy significativa y en su fase inicial era impresionante. Las reuniones en aquellos fines de semana eran sumamente interesantes porque era gente que compartía información privilegiada. Desde el plano intelectual, me parece el foro más importante del mundo.
Su mundo se abrió desde pequeño a todos los continentes. De todas las personalidades que conoció, ¿quién le impresionó más y por qué?
Quizá David Rockefeller. Un hombre que puso en práctica con toda honradez eso de que cuanto más tienes, más debes dar. Y que la parábola de los talentos es aplicable a lo largo de nuestra vida. Cuando tenía noventa y tantos años le vi viajar saludando a todo el mundo. Cumplirá 100 años el 12 de junio. El fue realmente quien dio vida a la Trilateral, el que mantuvo su vigor. Para mí, una de las personas más completas que he conocido. Otras personalidades que me impresionaron también fueron por ejemplo Henry Kissinger, o McNamara. O el que fue presidente de Sony, Morita. Y claro, la familia Kennedy.
Los Kennedy.
Me parecía una pegunta obligada, aunque quizá no quiera que hablemos de ello. ¿Es verdad que su padre estuvo a punto de casarse con Jackie Kennedy?
No, no lo creo. Yo nunca se lo he preguntado, ciertamente. Pero no; tenían una buena amistad, se entendían muy bien; pero me parece imposible que pensaran en boda. Seguimos teniendo muy buena relación con la familia Kennedy. En mi próximo viaje a Japón visitaré a Carolina que es la embajadora de Estados Unidos en aquel país.
¿Y de España? ¿podría darme su parecer sobre Adolfo Suárez?
Me parece una persona que supo adaptarse a las nuevas realidades y que permitió que pasáramos del franquismo a la democracia.
¿Calvo-Sotelo?
Fue un hombre muy válido. Un gran empresario y un presidente culto y comprometido. Creo que ha sido menos reconocido de lo que merece.
¿Felipe González?
Fue el hombre clave de la modernización de la vida española, tanto en lo político, como en lo económico y en lo social. Y en eso coinciden tanto las opiniones de la derecha como las de izquierda.
¿Alfonso Guerra?
Fue un gran político, sin duda. Mejor persona de lo que él mismo se cree. Y me alegro mucho del reconocimiento que tuvo cuando decidió abandonar la política activa. Merece un aplauso sincero.
¿Rodríguez Zapatero?
Su imagen esta recubierta de negativismo. En muchos aspectos no fue una persona que entendiera la realidad española como la entendió González. Y en varios aspectos fue un presidente progresista.
¿Aznar?
Fue un presidente coherente y eficaz. Creo que fue mejor como presidente que lo es como ex–presidente.
¿Esperanza Aguirre?
Persona ambiciosa, lúcida, valiente y con una capacidad admirable para asumir riesgos. Gran política.
¿Mariano Rajoy?
Es lo que ves. Me parece que, actuando como lo hace, nos está convenciendo de que a veces merece la pena ser firme en las convicciones. Sé que hay mucha gente a quien no le gusta la pasividad, pero estoy seguro de que ha tenido razón en muchas cosas y va a acabar teniendo razón en bastantes más.
¿Pablo Iglesias?
Su figura y la de su partido son la inexorable consecuencia del deterioro de los partidos clásicos y de la pérdida progresiva de su credibilidad.
Liderazgo.
No cabe duda de que usted ha liderado un inmenso equipo. ¿Cómo se crea un grupo así y cómo se siembra entusiasmo para que funcione?
La base está en que uno tiene que estar convencido de lo que hace. Un líder, en cualquier área, que no esté convencido al 100% de que el proyecto merece la pena no es que no sepa dirigirlo, es que no debe hacerlo. No acepto bien a los líderes actuales que juegan permanentemente al dramatismo y al catastrofismo.
La educación es una pieza básica para el progreso social. ¿Cómo podríamos mejorarla?
El problema de la educación no es hoy. Se trata de un problema histórico. En España no se le ha dado la importancia que realmente tiene. Y de ello todos somos responsables. Es uno de esos temas en los que el ciudadano no entiende que no se llegue fácilmente a un consenso. Tenemos sinergias educativas estériles tanto en la escuela como en la universidad. La endogamia en todas las instituciones educativas es enormemente nociva y eso hace que nuestros jóvenes tengan tres déficits graves:
- Idiomático: hablamos menos idiomas que el promedio europeo.
- Tecnológico: utilizamos la red pero no estamos en red.
- De mente global: no vemos el mundo redondo, no vemos las oportunidades de ser “del mundo”.
El colchón familiar nos sobreprotege demasiado.
La pasión por el teatro.
¿Es cierta esa frase del maestro Luis María Ansón que decía que usted perdió el tiempo en hacerse rico?
Bueno, eso fue una broma que Ansón escribió refiriéndose a mi capacidad teatral. Y al no dedicarme profesionalmente a ello, escribió esa frase Luis María.
¿El teatro es una de sus pasiones?
Sí, me gusta mucho. Yo veo unas 80 obras de teatro al año. Y escribo…
¿Cuántas obras tiene escritas?
Unas 52.
Y en vacaciones, se representa una nueva en su casa de verano.
¿Qué ventajas tiene plantear los problemas en teatro sobre escribir, por ejemplo, ensayo o relatos?
El diálogo me llama más la atención. La última de mis obras se titula “Mentiras y culpas” y me ha servido para repensar sobre todo lo que estamos hablando. Depende de los temas. El ensayo tiene otros planteamientos. Escribiré alguno sobre investigaciones jurídicas.
¿No pensó alguna vez en dirigir teatro?
Sí, ¿cómo no? Lo pienso, pero el tiempo pasa. Seguiré pensando en ello. Me animan y a veces imagino que en algún momento, lo haré.
El cáncer.
Un punto de inflexión: le encuentran una mancha en el pulmón y es maligna. ¿Era fumador?
Sí, fumaba. Y un día me encuentran ese nódulo. Puede parecer irresponsable, pero no tuve miedo. Esa inconsciencia me hizo creer siempre que se trataba de algo benigno. Fui a Nueva York porque me insistió mucho mi amigo Valentín Fuster. Y allí, tras las pruebas, me dijeron –y con gran alegría– que era maligno. La alegría provenía de que lo habían detectado muy a tiempo.
Por experiencia familiar ya conocía lo que es un cáncer ¿Cómo lo afronta?
Con inconsciencia. Quizá se ve con mayor profundidad cuando lo miras de lejos. No me planteé la muerte. Lo afronté bien, tranquilo, sin temor. Con una seguridad infantil de que no va a pasar nada. Lo que si es cierto es que en esos momentos es cuando te das cuenta de la importancia del apoyo familiar.
¿Teme la enfermedad?
No. Temo básicamente la limitación física. Imagino que me adaptaría, claro; pero para mi vida la salud física es importante. Hago mi gimnasia todos los días, juego algo al tenis, juego al golf, me mantengo activo, cuido mi alimentación. Sentirte bien físicamente permite después la actividad mental.
¿Teme la muerte?
No. No temo la muerte
¿Cómo cambia la perspectiva de la vida con los años?
Le pongo el ejemplo de los nietos: parece que pasan en un ratito de los 5 a los 18 años. Cuando te das cuenta los ves crecidos, mayores. Pues lo mismo me ocurre con mis propios años. Y supongo que a todos. La perspectiva cambia, porque tienes que asumir muchas cosas que ya no puedes hacer. Como dice Bobbio en De Senectute a nuestra edad ya nadie nos pide consejo. Ya nuestra opinión no sirve, y entramos en una especie de aislamiento. Sin embargo, con el aumento de la longevidad, tendremos que buscar algo para los mayores. Quizá sea válido el ejemplo japonés, que a cierta edad, dejan de ocuparse de uno mismo, para ocuparse de los demás a base de “oenegés”, de voluntariado, de colaboraciones. A la edad en que oficialmente tienes que jubilarte en plenitud y debe servir para muchas otras cosas. Es posible que poco a poco, la tercera edad empiece a estar de moda.
¿Se vuelve uno más intransigente o más tolerante?
Sin duda, más tolerante. Entre otras cosas por el dicho popular: si quieres que te quieran tienes que querer. Pues lo mismo: para que te toleren, tienes que tolerar.
¿Por qué con la edad aparece el miedo?
No sé si se puede llamar miedo. Pero es cierto que con los años te planteas muchas cosas y una de ellas, importante, sin duda, es la pregunta de si vamos a seguir viviendo. Nos lo preguntamos por primera vez y es un sentimiento nuevo. Nos damos cuenta de que es así. Sabemos que el promedio de vida es de 82-83 años. Yo ya tengo 80… Eso te coloca en una posición autocrítica. Uno empieza a repasar si hizo todo lo posible. Y claro, llega a la conclusión de que NO. Te das cuenta de que uno tiene más culpas que méritos. Aunque también tiene una parte positiva porque es el momento… de plantear nuevos proyectos, nuevas metas, nuevos quehaceres.
«Con los años, se empieza a repasar si uno hizo todo lo posible. Y claro, llegas a la conclusión de que no. Te das cuenta de que tienes más culpas que méritos»
…Y la política.
Usted ha sido el gran representante de la llamada sociedad civil. ¿Cree que debería ser mucho más visible?
Sí, y de hecho lo está siendo ya. No somos conscientes del inmenso avance de las redes sociales y eso es sociedad civil. Ahí se genera opinión. Ahí está el protagonismo de la sociedad civil que va a ser mucho más influyente de lo que hasta ahora ha sido.
Tuvo intentos políticos que no cuajaron. ¿Echa de menos la política? ¿Se considera un hombre político?
Está claro que no valgo para político. Aquella “Operación reformista” fue un fracaso. Miquel Roca sí podía haber tenido muchas más responsabilidades. Pero yo, no. Cuando fracasó aquella operación, tuve dos sensaciones contrapuestas. Una, triste por el fracaso pero, otra, de liberación… Me dí cuenta de que no era un hombre político, porque llegaba con unos niveles de ingenuidad candorosos.
Y eso a pesar de que su padre y su hermano fueron ministros.