MATÍAS PRATS

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PREMIO NACIONAL DE TV, 2017

No es que parezca que lo conoces de toda la vida. Es que toda España lo conoce «desde siempre», porque su presencia en la pequeña pantalla es constante desde los primeros años setenta; en aquel UHF iniciaba su carrera en un telediario junto a figuras como Joaquín Arozamena o Victoria Prego… Y seguramente es el único periodista que ha podido conjugar la información pura y dura del telediario con la más distendida de los deportes. Y que lo mismo transmite una concentración en Bilbao pidiendo el fin de ETA que la final de la Champions, o unos Juegos Olímpicos…
Nos recibe en la que es su casa desde 1998, Antena 3, y distendido habla de su pasión por el periodismo y por el deporte. Y en todo Matías muestra un cariño reverencial por la figura de su padre, que sin querer sale a relucir varias veces en nuestra conversación…


¿Cómo se recibe un premio como el Nacional de Televisión 2017?

«Pues mira, con cierta sorpresa, sobre todo por el momento en que llega. Yo ya no estoy en primera línea, estoy los fines de semana, no estoy en prime time. Un poco arrumbadete. No es que me sienta que estoy de retirada, no, no es eso, porque yo nunca me planteé metas. Te podría decir que siempre estoy en camino. La verdad es que la vida me ha dado tanto que no pienso que vaya a haber más para mí o mi trayectoria… Quiero decir, que ahora estoy en el fin de semana y parece que eso tiene menor relevancia. Por eso la sorpresa del Premio. Aunque sigo en activo y sigo teniendo la misma ilusión de siempre. Y cuando falte esa ilusión, pues ya veremos. No vislumbro, por ahora, un final de carrera. Me veo muy arropado por la empresa y por los compañeros, así que, feliz de seguir aquí».


«Aquí» es la redacción de los Servicios Informativos de Antena 3, en donde se «interna» a primera hora de los viernes. Es la reunión inicial en donde se ven los temas de la semana, las previsiones que hay y donde se perfila el armazón de lo que van a ser los informativos… Eso que en el argot profesional se llama la escaleta. Se habla con los corresponsales y se piensa ya claramente en cómo se va a plantear el informativo. Y como la actualidad es la que manda, muchas de esas previsiones no verán nunca la luz, porque acontecimientos más recientes los desplazan.
El sábado y el domingo Matías se asoma a la pantalla y nos cuenta con Mónica Carrillo cómo está el mundo…
Y para completar su trabajo, tiene a su cargo las retransmisiones de la Champions y también algún evento especial…


Si miras hacia atrás ahora, a los sesenta y cinco años… ¿qué ves?

«Que el tiempo ha pasado muy deprisa. Y conste que si miro no es con añoranza. Es solo para tener buenos recuerdos, para ver el cariño con que me han tratado, lo que me han ayudado… Y desde luego, parece que la presencia de mi padre está en todos lados. Y la de mi madre que con 97 años sigue fantástica, con la cabeza a pleno rendimiento y muy bien. Es una suerte tenerla. Y de mis hijos… ¿Qué quieres que te diga? Geniales».

Parece una marca eso de «Matías Prats».

«Sin duda; y a mí me sirvió muchísimo. No creo que a mi hijo le pueda servir como a mí».

¿Eras consciente entonces de la inmensa figura de tu padre?

«Sí… Y consciente también de que sin él yo no hubiera sido yo, por su visión del periodismo, por su extraordinaria vitalidad. Era un personaje único que marcó una escuela. Y en casa era extraordinario. Siempre tenía a mano un buen consejo… o una buena reprimenda. Al cabo del tiempo te das cuenta de lo razonables que eran siempre sus palabras. Es la figura del padre, del maestro que me marcó una línea y a una altura que nunca podré alcanzar. Y quizá eso es lo que me permitió tener los pies en el suelo para nunca creerte más de lo que eres. El grande era él, era el mejor y así, claro, tú te ves pequeño a su lado. Quizá sin saberlo y al ser tan grande me enseñó lo que es la humildad».

Por cierto, ¿por qué llevaba siempre gafas negras?

«Tenía fotofobia y le molestaba la luz. Al menos eso nos decía. Y por otra parte, es posible que fuera también por algo estético, porque tenía un párpado un poco caído. Pero no era por visión deficiente. Te lo puedo asegurar, porque en alguna ocasión retransmitió partidos del Bernabéu desde un edificio colindante de la calle Concha Espina. Te lo digo yo, que iba con él y le llevaba la cuenta de los córners que se tiraban o de los fueras de juego. Tenía una vista prodigiosa, porque además entonces los campos estaban llenos de barro, y las camisetas se manchaban enseguida. Y no tenían el nombre por detrás, de modo que apenas se distinguían los números de los jugadores».
Y algo muy curioso que Matías nos confirma. Pese a tener fama de ser uno de los grandes locutores, de una dicción perfecta y de una facilidad de palabra increíble no pronunciaba bien las «ces». En alguna ocasión dijo que era para que no se le escapara el «seseo». Lo cierto es que en vez de «ce» pronunciaba con la «efe».
«Sí, sí . Y la gente no se daba cuenta; pero decía «Famora» en vez de Zamora o «fine» en vez de cine…».

El problema de los ojos

Tuviste un problema serio con tus ojos. ¿Cómo van?

«Afortunadamente, muy bien. Mi dolencia principal fue la miopía, -que teníamos todos los hermanos- aunque siempre la tuve controlada. Luego y con los años, tuve cataratas que me operaron y quede también muy bien. Pero un día, jugando al tenis -yo jugaba con gafas- me dieron un pelotazo en el ojo. No suele haber problemas porque la pelota es lo suficientemente grande como para que no impacte directamente en el globo ocular; pero al llevar gafas, el cristal me golpeó. Y eso fue lo que provocó un desprendimiento de retina. Me trataron con láser y al cabo de un tiempo apareció un agujero macular… Total, por hacerlo breve, que tuve que acudir a la cirugía, con una recuperación muy dificultosa que incluso podría acabar mal. Por suerte, al final, todo fue bien. Y me dio la oportunidad de saber lo que es una baja médica. La primera que tuve que pedir en mi vida. Ahora todo está bien: he recuperado el 90 % de la visión del ojo. Y claro, debo echar mano de las gafas para leer las noticias…».

¡Que lo expulses!

Los comienzos fueron difíciles, pese a ser Matías Prats…

«Es que mi padre, con muy bien criterio, quería que antes de ponerme a trabajar acabara la carrera. Yo estaba haciendo derecho. Pero el gusanillo del periodismo era enorme, así que me presenté a unas oposiciones en TVE. Por cierto que de quien dependía la admisión era David Cubedo que, naturalmente, era amigo de mi padre. Pues le llamó y le dijo claramente ¡Que lo eches»!, que primero tenía que acabar mis estudios de Derecho. Pero David acabó convenciéndolo y así logré entrar en TVE. En la segunda cadena, con Joaquín Arozamena, con Victoria Prego… aquello sí que fue una escuela de televisión…».

¿Qué es lo que más te gusta de esta profesión?

«Que nunca es igual. Fíjate la cantidad de informativos que habré hecho; bueno, pues no se repite ni uno, siempre es distinto, siempre es nuevo, y no paras de aprender. No hay un día igual a otro, cada informativo tiene su emoción, su tensión. Me gusta mucho mi trabajo, me sigue excitando. No hay más que ver el inmenso caudal informativo que llega cada día a la redacción… es impresionante».

¿Y qué te parece la tele que se hace ahora?

«Reconociendo lo que se hizo, que fue magnífico en muchos aspectos, no cabe duda de que ahora hay muy buena televisión. Te hablo de la información, por ejemplo. Por la variedad de fuentes que se tienen, por lo que facilitan las nuevas tecnologías, por lo que técnicamente hemos avanzado y sobre todo, por la pluralidad. Tú puedes sintonizar una emisora u otra. Sigo recordando aquella tele, pero debo reconocer que ahora es mucho más técnica, más amplia, con una visión del mundo global. Tienes a la vez conectado a todo el mundo. Y los profesionales que llegan son gente muy preparada, con una cultura mayor. Y es curioso cómo se va feminizando. Ves un informativo y adviertes cómo ellas se van imponiendo poco a poco. Los nuevos vienen muy bien preparados. El problema es que no todos tienen la oportunidad de demostrarlo».

¿Vale todo para ganar audiencia, Matías?

«No. Rotundamente, no. Siempre lo tuve muy presente. Hay cierta televisión que quiere ganar público con un chispazo, con una ráfaga, con una polémica. No va con mi forma de actuar. Prefiero el rigor, prefiero que la noticia esté corroborada y contrastada. No pongo en peligro la credibilidad por dar una exclusiva que aún no está comprobada. No soporto que se pueda dar una noticia que no lo es. Sobre todo, por responsabilidad. Piensa que la repercusión de lo que hacemos es instantánea y ya no hay forma de volverse atrás. No todo vale, evidentemente. Es posible que yo haya cometido errores pero creo que intrascendentes. Yo creo que difícilmente te recuperas de una noticia falsa. Mentir a la audiencia te estigmatiza».

¿Y tú qué televisión ves en casa?

«Informativos. Deformación profesional, si quieres. Y deportes. Y ahora como puedes ver lo que quieres cuando quieres, alguna serie… Y estoy muy enfadado con Kevin Spacey porque yo era un buen seguidor de House of Cards… También veo serie españolas que se están haciendo muy bien. Se hacen series de gran calidad. Y en eso, esta casa, Antena 3, tiene una especial sensibilidad».

¿Y no te parece que hay telediarios que parecen una crónica de sucesos?

«No tanto. Todo depende de cómo los presentes, de cómo se los sirvas al espectador. Un informativo tiene muchos ángulos, muchas secciones; como en un periódico, tiene que haber de todo. Dar sucesos por darlos o por morbo, no; pero si tienen interés, deben darse. Porque un informativo debe ser, sobre todo, interesante; porque si no, te quedas solo. Interesante y planteándolo de una manera que sea entretenido».

Te lo habrán preguntado ya muchas veces. ¿Qué noticia te causó más satisfacción dar?

«Con satisfacción, pero también con amargura por lo que había supuesto, fue la noticia del final de la lucha armada de ETA. Causó mucho daño y en los ochenta la información era un goteo de asesinatos… muy doloroso. Por eso el final fue con un poco de amargura».
Y no te pregunto por la más dolorosa porque supongo que será también relacionada con el terrorismo…

«Sin duda. Fue el asesinato de Miguel Ángel Blanco… yo lo viví muy de cerca porque estábamos en aquella gran manifestación de Bilbao, frente al Ayuntamiento. Estaba retransmitiéndolo y hora y media más tarde nos llegó la noticia de su muerte. Fue tremendo.
Y desde el punto de vista visual, la noticia de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas. Estábamos viviendo en directo algo que no nos podíamos creer. Y como ocurrió a las tres de la tarde, asistimos todos en directo a aquella masacre que cambió el rumbo de nuestras vidas. Me tocó estar ocho horas así, en directo, viendo aquello que parecía de ciencia ficción…».

¿Y cómo se consigue ser querido y respetado por todos?

«No tengo ni idea. Eso es verdad que no se aprende ni te lo enseñan. ¡Hombre!, hay un aspecto básico y es estar ahí, es decir, ser fiel a tus ideas con un planteamiento de respeto. Y luego un factor fundamental es la continuidad, que no te pierdan de vista, estar y tener la posibilidad de ser un tipo respetable, sin estridencias, y de llegar a ser una figura familiar para chavales, para padres y para abuelos».

Acaba de cumplir 65 años. Estudió Derecho y Periodismo en la Facultad San Pablo-Ceu de Madrid. Desde los primeros años setenta, que entró en la segunda cadena de TVE, su presencia en la pantalla es continua. No solo presentando deportes o grandes acontecimientos deportivos, sino también como informador de la actualidad. En 1998 deja TVE para incorporarse a Antena 3 como presentador del informativo de mediodía. Desde 2014 presenta los informativos de fin de semana de la misma cadena. Posiblemente sea el comunicador que más premios ha obtenido de la historia de la televisión en nuestro país. Por ejemplo, dos premios Ondas; TP de oro como mejor presentador de informativos desde 2004 a 2011. De 2001 a 2007 premio de la Academia de TV como mejor comunicador de informativos, Protagonista del año 2002 y Premio Nacional de la Televisión en 2017.

Te mantienes estupendamente. ¿Qué deportes practicas?

«En principio me interesaban todos y practicaba todos los posibles. Mucho fútbol. Y gracias a aquellos partidos contra la droga que organizaba Luis del Olmo, pude jugar en el Bernabéu o en el Calderón. Luego durante mucho tiempo jugué al tenis, que era mi deporte, preferido, podríamos decir… Pero poco a poco he tenido que ir dejándolo. Y ahora, hago todos los días un buen rato de gimnasio, con la cinta o con la elíptica… Y también el golf. Me cuido, aunque sin exagerar. Todos los días tengo mi cita con el ejercicio, pero después como de todo, sin problemas; no fumo, no bebo y tengo mis horas de sueño. Duermo la mar de bien. Y debe influir mucho que soy MUY POSITIVO. Que no me enfado nunca…».

¿Y cómo se consigue eso? ¿Tienes la fórmula?

«No es ningún mérito. Es mi carácter. Quizá es que miro siempre el lado bueno de las cosas. No me enfado, no me merece la pena».
Hemos hablado de Matías Prats Cañete, tu padre. De Matías Prats Luque, que eres tú. Y nos falta Matías Prats Chacón, tu hijo…
«Está también en la televisión, haciendo deportes en Tele 5. Y creo que lo hace muy bien. Empezó muy joven y tuve con él la misma lucha que tuvo mi padre conmigo. Acaba la carrera, le insistía, hasta que un día se decidió y la acabó. Y ahí está. Y algún día ya nos tocó enfrentarnos por la audiencia».

Piensas en la jubilación?

«Te lo decía antes. La tengo presente, claro, pero no lo veo con preocupación. Soy consciente de que llegará un momento en que habrá que irse. Cuando no tenga relevancia mi trabajo, pues lo voy a aceptar. Y con alegría, porque esta profesión me ha dado muchísimo. Soy consciente de que se tiene que acabar. Y punto».

¿Cómo ves el paso de los años?

«¡Hombre!, te diría que con gafas… Soy consciente de que vas perdiendo algunas cosas, pero ganas otras; por ejemplo ganas en independencia, en libertad. Te diría que estoy envejeciendo con tranquilidad y, por ahora, con buen estado de salud».

¿Algún sueño por cumplir?

«Bastantes. Todavía no soy abuelo y ya va siendo hora. Pero la realidad es que me ha dado tanto la vida que sería estúpido por mi parte no reconocerlo. No puedo aspirar a más, la ayuda que me han brindado tantas personas, la aceptación de la audiencia… ¿qué más puedo pedir?».

¿Temes la muerte?

«Como cualquier ser humano. Sería irresponsable no temerla. Eso sí, querría una muerte digna y lo más tarde posible… Mira, en una ocasión le plantearon algo parecido a mi padre, ¿Y sabes lo que contestó? Que le gustaría poder transmitir su propio entierro… «y el finado quedaría muy bien», remató. Era un tipo genial».

Una última pregunta: ¿Quién ganará la liga?

«Ya sabes que no me mojo… Por lo que si suspiro es por una final española en la Champions. Pero no me mojo y te puedo decir que difícilmente se podrá saber algo de mi ideología o de preferencia por un color u otro. Incluso he evitado profundizar en relaciones con personas con las que tenía que hablar después… He intentado ser lo más imparcial posible».
Por eso, Matías, el respeto que se te tiene dentro y fuera de la profesión