Adolfo Suárez me dijo que quería que le creyeran. Y de ahí surgió el célebre “Puedo prometer y prometo”
Es uno de los periodistas de mejor y más amplio curriculum. Ha pasado por todos los medios, ha sido director, colaborador, gestor. Su nombre quedará para siempre unido al del presidente Adolfo Suárez y, sobre todo, a aquel histórico “Puedo prometer y prometo”, de un discurso de petición de voto, cuyo autor fue Fernando Ónega. Francisco Umbral ya lo dijo: detrás de la Transición está la pluma de Fernando.
¿Cómo se llega a ser el autor de los discursos del presidente de un país? Y sobre todo, ¡con 28 años!
«Pues qué quieres que te diga, trabajando, supongo. Yo estaba entonces en el diario Arriba y un día me dicen: el Ministro Secretario General del Movimiento, por entonces Adolfo Suárez, te espera mañana en su despacho. Y me dijo simplemente: tengo que hacer un discurso para defender el proyecto de ley de asociación política. Y claro, me puse a ello. Cuando días después vi en la tele el discurso, efectivamente, me sonaba. Curiosamente, años después, Eduardo Navarro publicó “La Sombra de Suárez”. Y allí cuenta que ese discurso se solicitó a varias personas. Así que esa debía ser la fórmula habitual. Poco después me llamó para darme las gracias. A partir de ahí ya tuvimos una relación mayor. Hablábamos con cierta frecuencia. Dos o tres meses más tarde, Adolfo Suárez accede a la Presidencia del Gobierno, y decide presentarse al gran público por televisión, en un escenario casero, en una secuencia de tres o cuatro minutos. Me llama y me dice que le escriba ese saludo que tiene que ser, sobre todo, cercano. Lo hice. Y la verdad es que quedó muy bien. Seguimos hablando y días antes de aquellas elecciones del 15 de Junio, decidí irme con él a la Moncloa».
¿Qué ofrecías tú que no aportaran los demás?
«Sinceramente, creo que mi ingenuidad. Con 28 años no tenía los resabios de la política. Decía las cosas con sencillez y sin pensar mucho en interpretaciones retorcidas. Un día cuando estaba preparando el discurso para pedir el voto en aquellas elecciones, hablamos de la idea que quería transmitir. El punto clave era ganarse la confianza de los votantes, porque él se comprometía a cumplir su programa. Y así surgió aquella frase ya célebre del puedo prometer y prometo. Suárez demostró ser muy valiente porque en aquel discurso repitió SIETE VECES la frase».
Qué nos ha pasado, España
Con el título de “Qué nos ha pasado, España: de la ilusión al desencanto”, Fernando publicó un libro hace un par de años que debería ser de obligada lectura para las generaciones jóvenes. Porque es una crónica palpitante del discurrir político y social de los últimos 40 años.
«Mucho pedir es eso de que deba ser leído el libro. La verdad es que los cuarenta años que se cuentan han sido fundamentales para este país: en esos años se derrotó al terrorismo, se acabó con el golpismo militar, se arrinconó la miseria, llegó el euro, cambiamos de Rey, aprendimos a vivir en libertad y se pusieron las bases para la incorporación de la mujer. Han sido cambios impresionantes».
Cierto. Pero es verdad que los jóvenes quizá no tienen ese respeto por la Transición, porque no lo vivieron.
«Sí, y tienen cierta razón. Hay quien dice que la Transición fue un “apaño de amiguetes”. Apaño, sí, pero no de amiguetes. Suárez lo dijo: fue un acuerdo sin vencedores ni vencidos. Y con un mérito enorme. No olvidemos la inmensa generosidad de aquella izquierda que había estado en la cárcel y que asumió la situación sin revanchismo. La generosidad de todos los que participaron fue admirable. La talla de aquella generación es difícilmente repetible».
Hay quien sostiene que no se pueden comparar con los políticos de ahora…
«No podemos juzgar debidamente a los nuevos, porque podíamos decir que “están empezando”. Pero sí es verdad que el tono del debate político es distinto. El sentimiento de patria, o de estado es pequeño, partidista y sin visión de futuro».
La crisis de los 40
Nuestra democracia -dices- sufre como las personas la crisis de los 40…
«Es que, además de una figura literaria, coincide en este caso. Es cierto que al llegar a estos 40 años hay una crisis institucional que afecta, por ejemplo, a la Corona, a los partidos políticos, etc. Y todo ello agravado por la crisis económica que supuso un inmenso sacrificio para las clases medias (de la que muchos no se han podido recuperar). Coincidieron todas las crisis».
Y de ahí ese desencanto en que casi todo tiene un aire o un tono negativo.
«Sí. Hay desencanto. Suárez ya lo había advertido: “Creíamos que la democracia iba a resolver todos los problemas y no es así”. Es verdad que han fallado gobernantes, que se ha deteriorado el diálogo, pero el sistema sigue siendo válido. El desencanto se produce cuando se comprueba que la democracia empieza a ser algo que se reduce a votar cada 4 años. Y la gente quiere más, quiere que se debatan sus problemas, que se preocupen de sus intereses. Además se empieza a ver que los hijos van a vivir peor que sus padres y ahí está el desaliento; son circunstancias que producen decepción frente a la ilusión que se había creado. Nos falta solera democrática. Y sobre todo, creo que hay factores de duda que surgen al preguntarnos a dónde vamos. Hace 40 años teníamos proyecto de país que ilusionaba. Hoy no sabemos qué hacer, no hay un proyecto claro de país. Cataluña, revolución industrial, asomos de fascismo (de derechas o de izquierdas), no tenemos proyecto de vida en común. Ahora bien, dicho todo esto, YO SOY OPTIMISTA. Los problemas mayores han pasado».
Y un hombre equilibrado como tú, ¿cómo ve el problema de Cataluña?
«Es un problema del 3 o 4 por 100. Y no me refiero a la célebre frase de Maragall del “tres per cent”. No. Me refiero a que mientras se mantenga ese 47 por 100 de independentistas, no pasará nada. Pero si se supera el 50 por 100, democráticamente habría un problema muy serio. Por eso hay que integrar cada vez a más catalanes a la idea de España y evitar que se unan a los independentistas. Es una de las razones por las que pienso que la vía de Sánchez para rebajar la crispación no está mal. Hay que hacer ver, de manera clara, que no se margina a Cataluña y que no hay desafección».
Si tuvieras que responder brevemente a la pregunta de tu libro, “Qué nos ha pasado, España” que dirías?
«Cosas muy bonitas y cosas muy tristes. No hay terrorismo interno, ha desaparecido el temor al golpismo, hemos crecido y hemos cambiado hacia un país moderno. Algunos hemos pasado de la edad media al mundo más moderno. Y te lo digo yo que partí de una aldea gallega y hoy trabajo con las redes sociales. Hemos crecido, es verdad que injustamente, porque hemos aumentado la desigualdad; la riqueza se ha acumulado en algunas manos, en donde ha estado siempre; hemos visto desahucios dramáticos y los mecanismos correctores fiscales no permiten decir que tenemos un país más justo. Hay más riqueza, pero peor repartida. Quizá también los periodistas… hemos sido algo responsables».
Los políticos como problema
En las encuestas los políticos son vistos como un problema. Es evidente que hay un desprecio hacia los políticos.
«Es cierto, aunque también es verdad que ya ha bajado un poco. Pero hay muchas razones para ello. La primera de ellas ha sido el robo que supone la corrupción. Y eso, como es natural, no se perdona. También hay una razón de endogamia: la gente de a pie ve que los políticos van a lo suyo, hablan de lo suyo, se preocupan sobre todo de lo suyo; se comprueba que prima el interés del partido sobre todo lo demás. Y se ve de manera continuada que no hay diálogo para resolver los grandes problemas. Hay desconfianza. ¿Cómo se va a confiar, si se es incapaz de pactar, por ejemplo, la educación?. Que la clase política sea el tercer problema de los españoles es un problema grave de autoridad moral. Y ahora sí, ahora tenemos que añadir la coletilla… “pero no todos son así, hay políticos entregados, que se preocupan, que trabajan por el bien común…” Y es verdad, pero eso no lo asume el gran público».
Prensa, Radio, TV
Escribes en varios periódicos, intervienes diariamente en la radio y eres habitual de la televisión. ¿En qué medio te encuentras más a gusto?
«Cada uno tiene su lenguaje. La televisión me pareció maravillosa por las posibilidades que te permite la imagen. Eso de poder decir: “y fíjense en el ángulo superior derecho y….”, es impresionante. En la radio soy opinión. Y ahí advierto que es un medio muy cercano, hablas de persona a persona. La radio penetra más y mejor. Y en la prensa tienes, además de permanencia, la posibilidad de la reflexión. La prensa se lee y hay que prestarle mucha más atención. Dicho esto, respondo a la pregunta: me quedo con los tres medios. En ls tres estoy muy a gusto. Aunque es verdad que las canas no ayudan a la presencia en la pantalla».
¿Y cómo nos podemos proteger ante las “fake news” o noticias falsas?
«Estoy verdaderamente alarmado. Hay que decirlo bien alto. En el año 2022, la mitad de las noticias que lleguen a nuestros oídos serán falsas. ¡El 50 %! No hay más remedio que protegerse, exigir un periodismo serio, que no caiga en ser el eco de la mentira o de la insinuación, periodismo de datos y periodismo contrastado. Y desde luego, que el receptor tome conciencia de que le pueden estar engañando. El impacto de esas noticias falsas es impresionante».
El problema, Fernando, es que ese periodismo de reflexión se hace minoritario. Los periódicos ya no se leen, se ven. La noticia te llega por el móvil, sin análisis… Estamos en una crisis profunda,
«Sí: hay desorientación y el periodismo está en reconversión con problemas muy graves».
Un día a día
Fernando Ónega tiene una actividad frenética a pesar de lo calmado de su carácter. A las siete ya se puede oír su primer comentario en la radio, luego escribe el prólogo de la tertulia radiofónica, martes y viernes va TVE, dos veces a la semana escribe en La Vanguardia, diariamente escribe su “carta” para los oyentes… Y otras muchas colaboraciones.
¿Cómo logras estar al día en cuestiones nacionales, gallegas o catalanas para cumplir tus compromisos profesionales?
«Solo hay una vía: leer y hablar con la gente todo lo que pueda. Y reflexionar: tienes que sumar los datos, apelar a la lógica, ponerte en lugar del otro, analizar. Sinceramente, creo que de tu vida laboral, por lo menos un tercio debería ser de reflexión. Yo no lo consigo».
Y cómo consigues que los de derechas digan que eres de izquierda y los de izquierdas digan que eres de derechas? Y creo que es el mejor halago que se puede decir de un cronista político…
«A lo mejor, por lo confuso que soy (se ríe). No sé. Me acuerdo de lo que decía mi madre: “Deus e bon; y o demo no e malo” (Dios es bueno y el demonio no es malo). Creo que lo importante es poner distancia. Y yo digo siempre que juzgo hechos, no personas. Apelo a lo que decía antes: hay que ponerse en el lugar del otro y comprender que siempre hay alguna razón para actuar de la forma que se actúa».
Fernando se levanta a las 4:30 de la mañana. “Y al amanecer siempre oyes algún pájaro”, (comenta). Lee varios periódicos y señala que es una enorme esclavitud por los horarios en que sus trabajos ven la luz. Vicioso de la lectura, tiene poco tiempo para ella.
«Tengo el truco de haberme fabricado una especie de atril para la cinta de andar. Debo andar diariamente un buen rato y ese es el tiempo que dedico a leer. Por lo menos una hora diaria».
Y ¿qué lees?
«Procuro alternar. Paso de los clásicos españoles, a ensayos que profesionalmente debo de conocer. Es decir, alterno lo lúdico con lo profesional».
Recomiéndanos un libro que te haya apasionado
«“Anatomía de un instante” de Javier Cercas. Y actualmente me están apasionando las obras completas de Shakespeare, en las que puedes entrar poco a poco… Y si quieres algo entretenido, te recomiendo “Mi familia y otros animales” de Durrell».
Los años
Inevitable, Fernando, hablar del paso de los años. ¿Te preocupa la vejez?
«Sí, claro. Me preocupa más lo que la vejez suele traer consigo. La decadencia física, la pérdida de lucidez, el Alzheimer. Pero bueno, yo me encuentro razonablemente animoso y bien. En cuanto a la enfermedad y la muerte, me preocupa, como a todos cuando te plantas ante ello. Pero afortunadamente ocurre pocas veces. Yo creo que la edad nos va poniendo serenidad en el horizonte…».
Los presidentes
No quisiera despedir esta entrevista sin que me definieras a los presidentes que hemos tenido.Tu que has estado con todos ellos, ¿podrías darnos una calificación de cada uno?
- Adolfo Suarez: el gran héroe nacional.
- Leopoldo Calvo Sotelo: lamentablemente , el breve. Gran cabeza , mal candidato.
- Felipe González: el gran reformador, el que legitimó la Monarquía.
- José María Aznar: un buen administrador de España, defectuoso administrador de sus ideas.
- José Luis Rodríguez Zapatero: Correcta política social y absoluta imprevisión económica. Responsable de lo peor de la memoria histórica.
- Mariano Rajoy: La serenidad, la templanza e injustamente tratado por sus hijos políticos.
- Pedro Sánchez: El superviviente al que le sobran treinta kilos de grasa adanista.
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