jueves, abril 25, 2024
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José Manuel Ribera Casado

Dicen que los geriatras son los especialistas que, al contrario de los demás médicos, en vez de recetar medicinas, las suprimen.

«Y tienen razón. Pero hay que verlo en un entorno mas amplio; en esa realidad que no queremos hacer ver  ver socialmente que a los mayores no se les hace caso. Hay una auténtica discriminación hacia el viejo, que podríamos denominar «edadismo»; pero la hay. Se produce en el marco de  los mayores con patologías agudas o crónicas, con esa gran cantidad de medicación. Da la sensación de que nadie les pregunta qué están tomando. Falta esa labor que normalmente hace el médico de familia. Mira, hay estudios realizados en residencias en donde el médico fue preguntando uno a uno cuántos fármacos tomaba cada día. Y comprobó que eran ocho. Bueno, pues meses después, el consumo se había reducido a la mitad».

Eso lleva a una pregunta que se hace con frecuencia: ¿Cuándo debe uno ir al geriatra? Porque si tiene reuma va al reumatólogo, si tiene hipertensión, al cardiólogo… Pero, ¿y al geriatra?

«Creo que todo viene porque se parte de un tópico. Entre nosotros mismos, los médicos, hay quien piensa «Soy geriatra, porque veo viejos.» Y no es así. El criterio no es la edad, aunque la edad sea un factor importante. Lo fundamental es el conocimiento de los cambios que se van produciendo y el porqué de los mismos. La edad no es determinante. Hay mucha gente que a los 75 está bien y ante una patología determinada puede ir al especialista correspondiente. Pero, si además tiene otras patología de base, para eso está el geriatra. Es la complejidad de los síntomas, la visión global del ser envejecido o envejeciendo el objeto de nuestra actividad».

Nos preguntamos a veces qué es eso de envejecer.

«Biológicamente se dice de manera muy fácil: es la pérdida de mecanismos de reserva y, por tanto, nos hacemos cada vez más vulnerables. Mira, un muchacho se cae de la litera y sigue durmiendo en el suelo. Sin embargo, a los 80 años basta un pequeño golpe para que  te rompas la cadera».

¿Y cuándo es uno viejo?

«No hay una raya trazada que nos lo indique. La raya vale para la administración, o para la epidemiología, porque permite hacer cortes concretos, pero no para determinar quién es viejo. Porque no es un estado; es un proceso. Ante esta pregunta  recuerdo una frase que se le atribuye a Maurice Chevalier: «Viejo es aquel que tiene 15 años más que yo»».

Pero tenemos  una longevidad determinada

«Sí. Tenemos una esperanza de vida que podemos llamar, por un lado máxima. Y esa nos la indica el registro civil. El más longevo, ha cumplido 122 años. Podemos calcular que la vida máxima del ser humano se puede situar en los 120 años. En España se constata que cada vez hay más gente longeva. Hoy tenemos 14.700 centenarios. Y hace medio siglo no llegaban a 1000. Por otro lado, en 1900 la esperanza de vida era de 35 años y desde entonces ha ido aumentando de manera progresiva y en cierto modo, espectacular. Ya se ha duplicado y estamos en torno a los 80 años. Y sigue aumentando. Y el factor que más ha contribuido a ello ha sido la higiene y, sobre todo, la potabilización del agua. Por eso, cifrar en 65 la jubilación, una fecha que parte de la época de Bismark. Esto es llamativo porque, cuando llagamos a esa edad casi nos queda un tercio de vida  por delante».12-Ribera-Casado-Marino-Cigüenza-fotografia__MG_9264

¿Frenar la vejez?

Qué opina de la llamada «medicina antiaging», o antienvejecimiento?

«Si se trata de envejecer en las mejores condiciones, debe ser bienvenida. Y eso se consigue sobre todo con el tipo de vida, con los hábitos saludables. Ahora bien, si la entendemos como la acción de sustancias que van a «rejuvenecernos», las posibilidades actuales -hay que decirlo seriamente- son muy escasas. Y a veces peligrosas, como la aplicación de ciertas hormonas que no están libres de efectos contraproducentes. Y por último, también podemos incluir la cirugía. Esto es, cuando sale bien, rejuvenecer «por fuera». Por eso creo que todo lo que sea prevenir, controlando los factores de riesgo con hábitos saludables está bien, pero poco más».

Soledad y amistad

Siempre se dijo que la soledad era el mayor problema de los mayores… ¿Sigue siendo así?

«Si, la soledad es un problema. Fíjese que en España entre el 20 y el 25 por ciento de los mayores de 65 años viven solos. Y la tendencia es que esas cifras suban, como está ocurriendo en el resto de Europa. Por ejemplo, en Berlín vive solo el 70% de la población. Ahora bien, eso ¿es bueno o es malo? Pues depende. Para quien esté limitado, es malo; para otros, puede ser bueno. En cualquier caso, la soledad es un problema creciente».

¿Y qué lugar ocupa la amistad a esta edad?

«Yo creo que juega un papel básico, fundamental. Sirve para hablar, para compartir, para salir… para participar en la vida y en la sociedad, contrastando opiniones, vivencias… Aunque también, y como dicen muchos longevos, para echar de menos a los demás, porque «se van muriendo poco a poco»».

¿Y el amor?

«También. Por un lado se sabe que la pareja que se mantiene y envejece junta, vive más y en mejores condiciones. Y en este sentido debe decirse que el sexo ha sido y es, por lo general, un tema tabú. La sociedad considera que los mayores son asexuados, y no es verdad. Puede cambiar, qué duda cabe, pero sigue existiendo aunque choque con ese estereotipo externo. Las estadísticas indican que la sexualidad no desaparece».

Tres consejos

¿En qué debemos poner mas atención a esta edad?

«Hay tres aspectos importantes. El primero, actividad física. Moverse es fundamental, porque además también ayuda al mantenimiento intelectual. Andar, pasear, nadar, lo que sea, pero mantener actividad física.
El segundo aspecto que considero básico es beber agua. Hidratarse es una necesidad de primer nivel. Hay que tener en cuenta que con los años vamos perdiendo sensación de sed.
Y, por último, y de una gran importancia, PROTESTAR; es decir, no resignarse. Porque la sociedad tiene acuñadas unas frases verdaderamente ofensivas para los mayores. Eso de «a su edad, qué querrá». Pues lo mismo que usted: estar bien y que no me duela nada. O eso tan socorrido y tan falso de que «son cosas de la edad», mentira. Eso queda muy bien reflejado en aquel chiste del que va al médico porque le duele una rodilla. Y el médico le dice : «Son cosas de la edad». Pues no, dice el anciano. Porque esta otra rodilla tiene la misma edad y no me duele. No resignarse a ser mero espectador. Al mayor no se le pregunta qué quiere para comer. Se lo sirven y en paz. O le dicen «este domingo vamos a ir…», sin saber si quiere o no quiere ir. Se decide por él o ella. Incluso, hay veces que se juega con su dinero presuponiendo su voluntad».

Y LA DIETA

Profesor: ¿Comer lo que se debe o lo que nos gusta?

«Una alimentación sana es conveniente a cualquier edad. Dicho esto, debo confesarle que en esta cuestión no soy muy estricto. Pienso que hay que ser indulgentes. Es verdad que la forma de alimentarse a lo largo de la vida influye en la manera de envejecer. Hay que cuidar la alimentación, entre otras cosas porque se ha constatado que en la población mayor suele haber déficits de micronutrientes. Por ejemplo, hay que prestar una especial atención a la vitamina D. Es frecuente también el déficit de proteínas. Y hay que tener en cuenta que muchos fármacos de uso común en ancianos pueden interferir en la absorción, metabolización o eliminación de algunos nutrientes. Y por supuesto , insisto en lo que decía anteriormente: no menos de dos litros de líquido al día.
No siempre es bueno adelgazar».

Hay estudios que señalan que a cierta edad no es bueno adelgazar.

«Estar gordo o delgado depende del índice de masa corporal. Y hemos hecho un estudio que indica que las personas mayores que están en torno al 30, es decir, con sobrepeso, sin llegar a obesidad, viven más.
Puede sorprender: el sobrepeso no aumenta la mortalidad en las personas mayores, como suele pensarse. Y hay estudios que demuestran que estar por encima del peso que se considera saludable a partir de los 65 años no solo no incrementa la mortalidad sino que incluso puede tener un efecto protector.
El índice de masa corporal es la fórmula que hoy se utiliza para conocer el peso ideal. Se calcula así: masa corporal = peso en kilos, dividido por talla en metros, al cuadrado Es decir si pesa 80 kilos y la talla es de 1,70 debe dividir los 80 por el cuadrado de la talla, (1,70 x 1,70). La talla al cuadrado son 2,89.
Dividimos 80 por 2,89 = 27,68».

¿Y qué quiere decir ese 27,68?

«Pues puede calcular: de 20 a 25, peso normal; de 27 a 29,9 sobrepeso; de 30 a 34,9, obesidad; de 35 a 39,9, obesidad notable».

O sea que si tenemos un índice en torno al 30, tenemos mayor supervivencia.

«Es lo que indican los estudios. La menor tasa de mortalidad se da en las personas con un índice de 30, que es el límite entre el sobrepeso y la obesidad. Es decir, parece demostrado que pesar un poco de más no solo no es nocivo para la salud de las personas mayores, sino que incluso puede tener un efecto protector».

¿Y por qué puede ser ?

«Pueden influir varios factores. El primero es que las personas mayores ya son, de algún modo, “supervivientes”, ya han pasado la edad de riesgo cardiovascular (porque estaban genéticamente protegidos o porque habían vigilado suficientemente sus factores de riesgo, como hipertensión, colesterol o tabaquismo). Pero también es verdad que son menos frágiles y que tienen una mayor reserva para resistir los inconvenientes de la edad».

Desde luego es una noticia que será muy bien aceptada por la gente mayor.

«Hay que investigar más sobre este asunto, porque tiene un gran interés. Y parte del trabajo que hicimos en Leganés en el que participaron mas de 1000 personas mayores y con un seguimiento de 16 años. Comprobamos que la menor mortalidad correspondía a un índice de masa corporal de 30,5. Un claro sobrepeso».

MIEDO

Da la sensación de que los años nos hacen reclamar seguridad. Es como si fuéramos prefiriendo seguridad a libertad. Como si nos hiciera más miedosos.

«No lo sá. No le puedo responder a eso. No estoy muy convencido de que sea verdad. Es cierto que vamos teniendo más experiencia y eso nos lleva a tener mas precaución. La experiencia ayuda, pero no me atrevería a afirmar que nos volvemos más miedosos. Dejémoslo en más cautos».

LAS CAÍDAS

Le han preocupado siempre las caídas de los mayores.

«¡Claro! Es un problema de salud muy serio, aunque no sea una enfermedad. Las caídas antes no se estudiaban y sin embargo afectan a mucha gente. A partir de los 65 años, un tercio de las personas sufre, por lo menos, una caída al año. Y con unas consecuencias a veces graves».

Con todo lo que conllevan

«Hágase una idea: de cada cien personas mayores, por lo menos 30 se caen al menos una vez al año; y de todos los que se caen, por lo menos la mitad volverá a caerse el año siguiente. De los que se caen, entre un 1 y un 5 por 100 tiene lesiones graves. Y por si fuera poco, las cifras van aumentando con la edad. Si a los 65 años se cae un %, en octogenarios y en adelante, se llega al 50%. Aproximadamente, el 90% de fracturas de cadera, antebrazo y pelvis tienen como antecedente una caída».

Y por qué nos podemos caer?

«Los factores de riesgo para una caída pueden tener su origen en las condiciones de la propia persona –desequilibrio, problemas de la vista, en los pies…- o en el entorno: disposición del mobiliario en la casa, la iluminación, los escalones en los edificios, etc. Y la caída tiene también un impacto negativo en su estado emocional, ya que muchas veces se retrae y deja de seguir haciendo su vida con normalidad. A esto se le suman las consecuencias físicas del golpe.
Como datos curiosos digamos que la mayoría de las caídas son por la mañana y en casa. Por si fuera poco, los mayores son consumidores de cuatro o mas fármacos al día, que aumenta considerablemente el riesgo de caerse (sobre todo, si se trata de antihipertensivos, antidepresivos o ansiolíticos). Muchos mayores consideran este percance como un accidente habitual. En la mayoría de ocasiones está solo cuando se cae y en un porcentaje aun mayor (70%) se cae de la misma manera.
Y un detalle curioso: el 49,6 % de los que se caen se levantan de forma inmediata; el 36,5 % tarda menos de diez minutos; casi un 10 por 100 tarda entre 10 y 60 minutos y un 4,5 % tarda entre 1 y 6 horas. Más de la tercera parte necesitó ayuda para poder incorporarse».

PREVENIR

«A los 65 años, en mayor o menor grado, todos sufrimos osteoporosis; es decir, pérdida de masa ósea, con lo que el hueso se hace mas frágil. Es el momento de tener muy en cuenta la prevención de caídas y fracturas.
Se basa en tomar simplemente, algunas precauciones:
La primera: control periódico de la vista y el oído. Y la segunda: que haya siempre buena iluminación.
Las caídas en las escaleras se producen sobre todo, cuando se bajan. Procure que haya barandillas y si las hay, cójase a ellas.
El primer escalón y el último deben estar visiblemente marcados.
Mantenga buena iluminación en toda la casa.
Compruebe todas las alfombras para asegurarse de que no tienen arrugas o picos levantados. Cubra las superficies deslizantes con alfombras en buen estado y fíjelas en el suelo con dispositivos antideslizantes.
Mantenga los cordones eléctricos o el cable del teléfono fuera de los lugares de paso.
Los utensilios de cocina de uso cotidiano deben estar en lugares de fácil acceso para evitar inclinarse innecesariamente. Cuelgue las cosas de la pared.
Utilice un carrito para trasladar objetos de peso o fuentes calientes.
Instale barras de sujeción en las paredes del baño a lo largo de la bañera.
Use alfombrillas antideslizantes, tiras adhesivas o moquetas en las superficies.
Levántese lentamente de la cama. Si lo hace de forma brusca puede producir un descenso de la presión y puede caerse».

RELACIONES INTERPERSONALES

Sostiene, profesor, que la amistad y el trato son fundamentales a esta edad. La convivencia en una residencia será muy útil, entonces.

«Parto de la base de que las relaciones interpersonales son el mejor ejercicio mental. Pero hay que situarlo en el marco correspondiente. Hay una realidad constatable: la mayoría de la gente quiere envejecer en SU casa, en SU entorno, en SU lugar de siempre. Pero si esto no es posible, la residencia es una alternativa, claro. Y hay que constatar que están muchísimo mejor que hace años. Su calidad va subiendo en todos los órdenes tanto en higiene, como en confort, en alimentación, en atención especializada, sobre todo en los grandes grupos, entre los que está Ballesol. Sin duda, la residencia es una alternativa en la que se puede uno relacionar y convivir»

Redacción Revista Ballesol
Redacción Revista Ballesol
Equipo de redacción de la Revista Ballesol
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