VICENTE DEL BOSQUE

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Marqués de la roja y la buena voluntad

Tiene una imagen más jovial de lo que nos muestran las pantallas de televisión.Es más alto y más joven. Pero sigue siendo ese hombre sonriente y sereno que aparenta. Y sigue dando esa impresión de bonhomía al que apetece preguntarle siempre por su secreto para caerle bien a todo el mundo.

Tiene una agenda llena de compromisos y es consciente de que debe cumplirlos, porque asume que el gran triunfo de la Selección Española tiene mucho que ver con la afición que vibró en todos los rincones. Y comprende que también forma parte de su trabajo aceptar y compartir los reconocimientos al grupo que, aunque no lo quisiera, se personalizan en él…

Toma sólo un café cortado y se ríe abiertamente cuando le decimos que vamos a hablar de todo… menos de fútbol.

Creo que en lo sustancial no he cambiado. Y si ocurriera, si de pronto me vieran que empleo mucho el yo, que me estoy creyendo de más, me gustaría que alguien me dijera “oye, macho, que no, que no es así…”

Queremos hablar de Vicente del Bosque, que nuestros lectores conozcan quién y cómo es Vicente del Bosque. Pero no vamos a hablar de fútbol.
Pues de fútbol es casi de lo único que sé…

¿Cómo es la persona, el hombre?… ¿Cómo se definiría?
No es fácil mirarse a uno mismo. Y mucho menos, buscarse adjetivos. Intento ser buen padre, intento ser buen esposo… No sé, que mis hijos tengan conciencia clara del esfuerzo, que aprendan a vivir lo mejor posible, con los valores que deben tener.

Es la pregunta que todos se hacen: ¿Cómo consigue caerle bien a todo el mundo?
No creo que sea verdad esa afirmación. Lo cierto es que he sido siempre lineal y que a pesar de estar en este escaparate de manera continuada, he intentado siempre comportarme de la mejor manera posible. Lo que no sé es si lo he logrado.

¡Es que parece que usted no se enfada nunca!
Sí, sí me enfado. Incluso a veces con mis hijos. Aunque es verdad que voy consiguiendo una cierta serenidad. Y creo que es porque intento ponerme en el lado del otro, es decir ponerme en la posición contraria, ponerme en su lugar.

Pero para eso hace falta ejercicio, porque no es fácil, antes de enfadarse, intentar comprender por qué el otro piensa de otra manera…
Es cuestión de ejercitarse, eso sí…Así uno va adquiriendo práctica y no se deja arrastrar.

Dicen que es un admirador del Conde Lucanor y que incluso acude a sus moralejas en su vida diaria.
La verdad es que no soy muy lector. Lo que ocurre es que en alguna ocasión en que tenía que explicar algo, no sabía cómo y me encontré con que la narración del conde Lucanor lo explicaba la mar de bien. Y entonces recurrí a ella. Pero no es que me lo sepa de memoria, ni mucho menos.

En síntesis, Del Bosque se encontró un día en la necesidad de responder a las críticas por su actuación como técnico de fútbol. Y encontró en aquellos cuentos moralizantes del Infante don Juan Manuel, el Conde Lucanor, la frase en la que apoyarse. Hagas lo que hagas siempre habrá gente que no esté de acuerdo contigo; así que tomó la frase que mejor explicaba todo aquello: “siempre que no hagas mal a nadie, haz lo que creas en conciencia…”

Se intenta formar a los chavales para la vida y no sólo para el fútbol, tratamos siempre de formar personas que además sean futbolistas

Hablando del Conde Lucanor… ¿Debilita el halago?
Espero que no. Y no es cuestión de volver a la enseñanza del cuervo y la zorra. Recuerda: El cuervo tiene su comida sujeta por el pico y la zorra desde el suelo empieza a halagarle exaltando sus cualidades como cantante… Hasta que el cuervo se lo cree y empieza a cantar, de manera que la comida se le cae, la zorra la coge, y se marcha rápidamente… El halago no te puede hacer cambiar. Creo que en lo sustancial no he cambiado. Y si ocurriera, si de pronto me vieran que empleo mucho el yo, que me estoy creyendo de más, me gustaría que alguien me dijera “oye, macho, que no, que no es así…”

Entre partido y partido

¿Cómo es su día a día, señor Del Bosque?
Pues mucho más normal de lo que la gente piensa. Es como cuando me dicen que qué hago entre partido y partido… Pues tenemos una vida que va mucho más allá del terreno de juego. Tenemos actividades de otro tipo. Hay que ver partidos, hay que fijarse en detalles, hay que ver jugadores…

¿Viajes continuos?
No tanto, no tanto. También las nuevas tecnologías nos ayudan. Ahora ya podemos ver muchos partidos en directo y si no, en vídeo. Podemos analizar jugadas, ver técnicas, observar detalles…

Debe ser muy difícil hacer un grupo cohesionado cuando se forma con 23 estrellas individuales.
Es complejo, sí. Porque de los 23 que se convocan, indefectiblemente 12 tienen que quedar en el banquillo. Y son doce que en sus respectivos clubes son titulares indiscutibles. Pero ellos lo entienden y, desde luego, hay que contar con su enorme generosidad. Eso no quiere decir que de vez en cuando no haya algún problemilla.

Da la sensación de que usted no impone su criterio, sino de que convence a los demás de que ese criterio es el bueno.
No lo sé. Mire todos los que llevan tiempo en esto, le dirán lo mismo. Todos hemos tenido a lo largo de nuestra vida muchos entrenadores. Y de todos hemos ido aprendiendo algo, de todos hemos tomado algo, una forma de hablar, una forma de plantear las cosas… Unas que se adaptan más o menos a tí y que poco a poco vas experimentando. Todo lo vas adaptando a tu forma de ser y vas viendo resultados… Es decir, lo único que puedes aportar es la experiencia.

Que no es poco. Vicente: y cuando usted asiste a un partido, ¿en qué se fija?
Yo soy un apasionado de la técnica. Y eso es, sobre todo, lo que me gusta. Un pase exacto, medido, un lance bien hecho. Ahora si me pide en qué me fijo como entrenador, ya es distinto. Ahí la estrategia puede mucho, ver la situación de los jugadores, cómo se plantea el partido, en una palabra.

¿Y en las larguísimas horas de una concentración, qué les enseña a los jugadores?
En un club el contacto entre ellos es siempre mucho mayor. Cuando se concentra una selección es distinto. Son horas que sirven para conocernos, para charlar, para dar alguna idea concreta. Digamos que es cuando tenemos tiempo para conocernos.

Yo no soy nada romántico. Pero mi hijo Álvaro es un amor. Si el amor existe, es él. Es un tío puro, un tío magnífico

Usted estuvo mucho tiempo al cargo de las categorías inferiores del Real Madrid. ¿Se les educa con amplitud, o solo para el fútbol?
Mire, yo entré de chavalín en el Madrid y salí siendo entrenador. Y le puedo decir que se intenta enseñar a los chavales para la vida y no sólo para el fútbol, tratamos siempre de formar personas que además sean futbolistas. Por lo menos, lo intentamos; otra cosa es que lo consigamos. Porque piense que también los padres tratamos de formar para la vida y no siempre se consigue.

Un maestro que casi hace magisterio

¿Es verdad que quiso ser maestro?
Para decir la verdad, debo de confesar que yo fui muy mal estudiante. No me gustaba estudiar, en una palabra. Me pasaba el día jugando al balón. No entraba en mis planes estar estudiando toda mi vida. Y en aquella época, para hacer magisterio sólo hacía falta llegar hasta cuarto, hacer la reválida y ya podías ingresar en la escuela Normal. Fue lo que hice. Incluso llegué a hacer el primer curso. Pero fue cuando surgió la aventura, el fútbol y…

Afortunadamente para el fútbol…
No. Pero hay que planteárselo de otra forma. Si tienes una afición como la mía, tienes que ser consciente de que hay tiempo para todo.

El abrazo de su hijo

Vicente del Bosque no permitía a su hijo Álvaro, que tiene síndrome de Down, que entrara en los vestuarios para ver a sus ídolos. Se lo había negado partido tras partido. Pero le prometió que si la selección española ganaba algo importante en el Mundial, le subiría al autobús que habría de recorrer el camino entre el aeropuerto y… lo que la fortuna y el buen juego dispusieran. «No me puedo negar, está obsesionado con subirse al autobús y en esta ocasión me tendré que saltar el protocolo para convertir su deseo en realidad», declaró Vicente del Bosque a Miguel Ángel Díaz, de Radio Marca. Todos pudimos ver a Álvaro con qué ilusión abrazaba y levantaba la Copa.

Ha hablado ya muchas veces de su hijo Álvaro y creo que comprende que la gente se fije en aquella foto en la que con la cara iluminada por la emoción, su hijo quiere abrazarle tras el triunfo.
La realidad es que yo hablo de mis tres hijos. Aquello de Álvaro fue verdaderamente espontáneo; y creo que ha tenido una repercusión positiva. Es nuestro hijo mediano. Y entiendo que la gente ha comprendido el hecho, que no se trata de exhibir, pero tampoco ocultar. Y muchas familias que tienen un hijo con síndrome de Down nos han hecho llegar su reconocimiento porque quizá escenas como esa puedan ayudar a que se vea con normalidad.

Siempre se dijo que tener un hijo así es como tener la ternura siempre cerca.
Sí, pero nosotros también queremos que se endurezca; porque lo necesita. Tiene ahora 21 años. Ya está haciendo las prácticas como auxiliar de oficina. Y eso es lo que necesita realmente: trabajar, sentirse útil, sentirse independiente.

Y Vicente del Bosque deja que se le escape una sonrisa por debajo del bigote…
Mira. Yo no soy nada romántico. Pero es un amor. Si el amor existe, es él. Es un tío puro. Un tío magnífico.

¿Es verdad que a veces se enfadaba con usted porque alguna vez había sentado a Raúl en el banquillo?
Sí, sí. Él tiene sus preferencias por los jugadores. El problema es que tiene tantas… que es imposible.

El paso de los años

Usted es todavía un hombre joven y su actividad así lo demuestra. ¿Cómo se ve de mayor?
No lo sé. Pienso que con el afecto de la familia, con el afecto de los hijos. Verlos crecer… y eso sí, con la esperanza de que la salud nos respete.

Su vida ahora, evidentemente, debe ser compleja. Muchos viajes muchos desplazamientos. Todo es fútbol. ¿Qué hay después del fútbol?
He estado casi 50 años alrededor de este deporte. Ha sido mi vida, ha sido mi pasión. Cuando lo deje, pretendo saber qué hacer, porque pretendo ser un jubilado activo.

¿Y el paso de los años?
Lo veo con más responsabilidad. Vas madurando. Mira: si suponemos que es un partido de fútbol, -que ojalá dure 90 años – lo que te queda en la retina de un partido son los últimos minutos de cada tiempo. La vida pasa así de deprisa. Así que yo me veo todavía jugando. ¡Hombre!, quizá en un segundo tiempo, pero como si acabaran de pitar el comienzo.

¿Qué, cómo veo un partido? Como aficionado, admiro la técnica. Como entrenador, la estrategia.

¿Pesan los años?
Creo que sí, que un poco sí pesan. Los años no pasan en balde. Pero creo que lo importante es saber vivir cada momento.

Cuando mira hacia delante, en su propio futuro y en el de los suyos, ¿qué ve, qué le preocupa?
La mayor preocupación lógicamente es más por los míos que por mí mismo. Mis hijos, que tengan una buena profesión, una buena familia. Y en cuanto a lo profesional, cumplir lo mejor que pueda con mi tarea, sea cual sea la que tenga encomendada.

¿Teme la vejez?
No, temerla no. Pero hay que ser consciente de que es un paso obligado y debemos de ir preparándonos para ello. El problema surge cuando la salud flaquea o llega la enfermedad. Yo lo he vivido con un hermano muy joven que padeció un melanoma; y eso te marca, te deja una huella grande.

Y terminamos, D. Vicente del Bosque, Marqués de Del Bosque. ¿Qué le ha parecido esta distinción otorgada por el El Rey?
Él ha sido siempre muy cariñoso y con toda su familia ha apoyado siempre al deporte. Este es un reconocimiento al deporte español, y concretamente al fútbol, magnífico fútbol español que logró ser Campeón del mundo. Es una distinción que es de todos, pero que ha puesto en mí persona. Es a los 100 años de fútbol. Y como es lógico, sólo puedo sentir agradecimiento.


Su vida

Nació en Salamanca en 1950. Tiene, pues, 60 años hasta diciembre que cumplirá los 61. Toda su vida giró en torno al fútbol y concretamente con el Real Madrid y la Selección Española. Ha ganado una Copa del Mundo, dos ligas de campeones y dos ligas.

Es el I Marqués de Del Bosque, título concedido por Su Majestad, El Rey en Febrero de este año. En el mes de abril, la Universidad de Castilla-La Mancha le ha investido como Doctor Honoris Causa.

Como jugador ocupó la posición de centrocampista en 441 partidos oficiales. Empezó en el filial del Salamanca en donde con 17 años fue el máximo goleador. Después pasó al Castilla, de donde fue cedido al Córdoba y al Castellón para regresar ya de manera definitiva al Real Madrid. Jugó como titular del primer equipo durante 11 temporadas. En ellas ganó cinco ligas y cuatro Copas del Rey. Fue internacional con España en 18 ocasiones.

Dejó de ser futbolista en 1984. Al año siguiente se hizo cargo de las categorías inferiores del Real Madrid hasta 1994. A partir de ese momento, Del Bosque parece ser el suplente de los entrenadores del primer equipo cuando hay una destitución. Así ocurrió cuando el club prescindió de Benito Floro (sólo dos meses ocupó ese banquillo). Cuando Valdano fue destituido ocupó su puesto durante dos partidos. En la temporada 1999-2000 y tras la destitución de Toshack se hace cargo del equipo de manera oficial y definitiva. Gana la Liga de campeones del 2000. En sus cuatro temporadas al frente del equipo, ganó dos Champions League, dos Ligas, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental. Y en junio de 2003 un día después de conseguir el título de Liga, el Real Madrid informó de que no se le renovaría el contrato.

Tras una temporada en el Betsikas turco y otra en el Cádiz se produjo su nombramiento como entrenador de la Selección Española tras la marcha de Luís Aragonés. Era el mes de julio de 2008. A partir de ahí, los éxitos se suceden. En 2008-2009 consigue la clasificación para el Mundial de Sudáfrica ganando todos los partidos. Poco después, levantaría la copa que acreditaba a la Selección Española como Campeona del Mundo.