¡CÓMO NO TE VOY A QUERER!

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Desde aquellos momentos en los que, cogido de la mano de mis padres, las calles se me hacían demasiado largas hasta que llegaba a verte. Cuando aún era demasiado inocente para pensar que habías entrado a formar parte de mi vida y que ahí permanecerías a lo largo de los años.

Y, más adelante, en épocas en las que todo eran satisfacciones y ninguna decepción empañaba mi inquietud adolescente al saber que formaba parte de una ilusión colectiva que disfrutaba de tus éxitos con la sensación de que en algo, aunque fuese poco, habíamos contribuido a lograrlos.

Naturalmente también pasamos tiempos malos, cuando nada salía como deseábamos y año tras año fuimos descubriendo juntos que la vida no es siempre amable pese al esfuerzo realizado y que las recompensas no se otorgan fácilmente, exigiendo una dedicación y un sacrificio para el que no siempre estábamos preparados.

Discurrimos por años en los que no resultó sencillo seguir a tu lado. Parecía entonces que tú no formabas parte de lo que resultaba socialmente aceptable y te consideraban una herencia de un pasado que más valía dejar en el fondo del cubo de la historia.

Alguna vez tuvimos dudas. El tiempo pasaba y cualquier aventura requería un esfuerzo cada vez mayor sin que estuviese claro el atractivo de las mismas. Pasábamos demasiado tiempo recordando hazañas pasadas y contándoselas a aduladores malintencionados.

Disfrutamos de saetas, galernas, gatos, buitres, santos, caballeros apuestos y elegantes, incluso de seres venidos de otras galaxias. Y con todo eso decían que vivíamos en un mundo que había desaparecido. Allí estaban para demostrarlo nuestros adversarios, aparentemente más atentos a los cambios producidos, conquistando el que había sido nuestro territorio, descubriendo nuevas armas que nada tenían que ver con las nuestras que, según todas las crónicas, se habían quedado definitivamente anticuadas.

Olvidaron que, aunque intentaran sacarnos de nuestras casillas, todavía teníamos ramos de grandes corazones, ángeles a nuestro lado, comandantes dispuestos al sacrificio y fuerza para aguantar hasta el último minuto con confianza y determinación.

 ¡Cómo no te voy a querer si eres Campeón de Europa por Décima vez!