La recuperación de objetivos y materias para volver a ser utilizables repercutirá en el bienestar de las generaciones venideras.
El problema del cambio climático está a la orden del día y todos los ciudadanos tenemos algo de responsabilidad. Sin embargo, no se establece una correspondencia entre problemas globales y efectos locales. Debemos de empezar a comprender la relación existente entre nuestros gestos y hábitos cotidianos y su efecto ambiental. Algunas organizaciones ecologistas, como Greenpeace, promueven la “regla de las seis erres”: reduce, reutiliza, recicla, repiensa, reestructura y redistribuye. En esta ocasión, nos centramos en el reciclaje. Hace una década quizá esta práctica era novedosa en los hogares y para algunas familias resultaba incómodo. Ahora, existen estructuras de cubos de basura, donde se puede separar perfectamente los restos orgánicos del papel y de los envases. No hay excusa para no reciclar. Es cuestión de conciencia y voluntad. Nuestro entorno natural nos lo agradecerá, pero sobre todo las generaciones venideras.
Cada ciudadano español genera casi un kilo y medio de basura al día, lo que suma una ingente cantidad de residuos. Hoy se puede afirmar que el proceso de implantación de la “recogida selectiva” de residuos se ha completado en todas las capitales de España, según la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios).
El reciclaje consiste en la acción de volver a introducir los materiales ya usados -y sin ninguna utilidad para nosotros- nuevamente en el ciclo de producción. Incorporando el hábito del reciclado en nuestros hogares y lugares de trabajo, contribuimos al ahorro de energía y al cuidado de los recursos naturales de nuestro planeta, que se encuentran en continua explotación.
¿Sabemos reciclar? ¿Tenemos claro qué va en cada contenedor? Repasemos…
En el contenedor verde se debe echar el vidrio, las botellas de vidrio de cualquier color, tarros de vidrio, frascos de conservas, tarros de cosmética y perfumería. No se debe tirar el cristal, las lunas de automóviles, bombillas, espejos, cristales de ventanas y tubos fluorescentes. Éstos deben depositarse en los puntos limpios o centros de recogida y reciclaje. En el contenedor azul se destinan los periódicos, revistas, propaganda, cajas pequeñas de cartón, envases de cartón para huevos y las bolsas de papel. En cambio, no se debe tirar briks, pañales, ni papeles sucios o papeles encerados, metalizados o plastificados. Y el contenedor amarillo es donde se tira los envases metálicos, como los botes de bebidas (cerveza, refrescos), latas de conservas, aerosoles (desodorante, laca, limpiadores de cocina…), chapas y latas de metal. También se deben depositar los briks de leche, nata, batidos, zumos, caldos… Los envases de plástico para la alimentación como las botellas de agua, los envases de productos lácteos, las bandejas y cajas de corcho blanco, hueveras de plásticos, vasos, platos y cubiertos de plástico, tapas y tapones de plástico, etc. También los envases de plástico para productos de aseo y limpieza, las bolsas y envoltorios de plástico y aluminio, los envases de productos de charcutería. Y lo que no se debe echar en estos contenedores es la materia orgánica, envases de vidrio, papel y cartón, biberones, guantes de goma, pilas ni utensilios de cocina.
«España recicla el 13% de la basura que genera un 9% menos que la media de la Unión Europea, según un informe».
Una de las claves de un correcto reciclado es la segregación doméstica. Para que ésta sea eficaz, el ciudadano debe tener la máxima información disponible. Una encuesta de la OCU de 2008 revela que los ciudadanos saben dónde tirar los envases. De hecho siete de cada diez personas los depositan en el contenedor correcto. Sin embargo, muy pocos sabrían dónde depositar un bote de aerosol, objeto de plástico o una pila. Una cuarta parte de los residuos que acaban en el contenedor amarillo no son envases de plástico, ni briks, ni latas. Para la búsqueda de la eficiencia es importante usar otro tipo de contenedores de reciclaje: los puntos limpios. Éstos son instalaciones de uso gratuito con contenedores especiales donde se almacenan los residuos domésticos, que por su composición tóxica no deben mezclarse con el resto de basura. No todos estos puntos aceptan cualquier tipo de material. Las pilas, medicamentos, electrodomésticos y material electrónico son los más habituales. Sin embargo, la lista de materiales que se pueden depositar en estos contenedores especiales es amplia: pilas y baterías, electrodomésticos y material electrónico, pinturas y acumuladores, aceites de cocina, aceites de motor, lámparas fluorescentes y halógenos, productos químicos, aerosoles, medicamentos, muebles, ropa, calzado y textil en general, maderas, escombros y chatarras.
Ventajas del reciclado
- Se reduce la necesidad de vertederos y la incineración
- Se ahorra energía y se evita la contaminación y procesamiento de materiales vírgenes y la manufactura de productos usando materiales vírgenes
- Se disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero
- Se protege y expande los empleos del sector manufacturero
- Aumenta la competitividad en el mercado global
¿España, punto limpio?
En España hay más de 650 puntos limpios pero, en ocasiones, los contenedores están lejos de la vivienda, lo que dificulta su uso. En la página web de la OCU se puede conseguir la dirección de los puntos limpios de las ciudades españolas.
España recicla el 13% de la basura que genera, un 9% menos que la media de la Unión Europea, según estudios recientes. Además, el 60 % de los 588 kilos de residuos que cada español genera al año -66 kilos más que el ciudadano europeo- acaba enterrado, mientras que de media en Europa se entierran el 41%.
En general, España cumple con los objetivos mínimos de reciclado que estableció en su día la normativa europea, aunque en el caso del vidrio ha superado “ligeramente” el objetivo mínimo.
Por comunidades autónomas, Cataluña cuadriplica la media nacional en la reutilización del vidrio, seguida de Madrid, Valencia, Andalucía y Castilla León. Por el contrario, La Rioja es la comunidad que menos recicla.
Entre los objetivos marcados por España en lo referente a reciclado figura incrementar las recogidas de papel/cartón, vidrio, plástico y metales en un 80% para los dos primeros y en un 100% para el resto en 2015, respecto a 2006; y aumentar la capacidad de incineración con recuperación de energía en un 30% en 2012 en relación a 2006.
En realidad, lo ideal sería lo que apuntan los movimientos ecologistas: a la hora de adquirir un producto, proponen optar por los de larga vida, reciclados y reciclables. Para evitar el uso del papel y los productos desechables, es apropiado utilizar los productos reutilizables como servilletas o pañuelos de tela. En la oficina o en el colegio, se aconseja utilizar el papel por las dos caras y llevar el papel o cartón a un contenedor de reciclaje cuando acabe su vida útil. Son algunos consejos prácticos para contribuir entre todos a la reducción del cambio climático.