¿Conoces el Síndrome de West?

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Síndrome de West

Cada 10 de abril es el Día Mundial del Síndrome de West, con el objetivo de aumentar la conciencia sobre esta condición neurológica seria que afecta principalmente a bebés.

¿Qué es este síndrome?

El Síndrome de West, también conocido como Síndrome de Espasmos Infantiles, es una rara enfermedad neurológica. Fue nombrada así por el médico William James West, quien la descubrió por primera vez en 1841 tras observar los síntomas en su propio hijo.

Esta condición se manifiesta principalmente durante el primer año de vida del infante, típicamente entre los 2 y los 12 meses. Se caracteriza por convulsiones espasmódicas y una encefalopatía epiléptica, que afecta el desarrollo cerebral del niño.

La prevalencia de este síndrome es relativamente baja, con un estimación de 1 caso por cada 2.000 nacimientos.

Síntomas del Síndrome de West

El Síndrome de West se caracteriza principalmente por:

  • Espasmos que pueden ser flexores, extensores o mixtos, manifestándose como contracciones bruscas en áreas como el cuello, tronco y extremidades. Estos espasmos suelen ser bilaterales y simétricos.
  • Un retraso en el desarrollo psicomotor que puede llegar a la pérdida de habilidades previamente adquiridas.
  • La presencia de patrones desorganizados y de alta voltaje en las ondas cerebrales, afectando ambos hemisferios del cerebro.

Este síndrome afecta a muchos niños y está asociado con un retraso general en el desarrollo infantil. A pesar de que el conocimiento sobre esta condición ha avanzado, aún existen demoras en el diagnóstico que pueden complicar el manejo efectivo de la enfermedad.

¿Existe tratamiento?

El tratamiento debe ser personalizado atendiendo a los síntomas de cada individuo. A pesar de esto, el pronóstico general continúa siendo desfavorable.

Algunas intervenciones comunes utilizadas en el tratamiento de este síndrome son:

  • Uso de medicamentos antiepilépticos.
  • Terapia hormonal.
  • Dieta cetogénica, una dieta alta en grasas y baja en carbohidratos.
  • Terapia física, ocupacional y del habla.
  • Monitoreo y seguimiento continuo.

Es fundamental que el tratamiento del Síndrome de West sea supervisado por un equipo médico especializado que incluya neurólogos pediátricos, epileptólogos y otros profesionales de la salud con experiencia en el manejo de trastornos epilépticos en niños.

Se calcula que únicamente un 10% de los bebés con este síndrome logrará integrarse de manera normal en la vida cotidiana, lo que resalta la importancia de un diagnóstico precoz.

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