Escucharse a uno mismo en el Día de la Conciencia

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Hay días en el calendario que pasan desapercibidos, y hay otros que, cuando se descubren, invitan a parar, pensar y sentir. Eso ocurre con el Día Internacional de la Conciencia, que se celebra cada 5 de abril. No es de esos días con globos ni regalos, pero tiene algo muy especial. Algo que toca el alma.

A veces surge la pregunta: “¿Qué significa tener conciencia?” Se puede entender como esa «vocecita interior» que habla con sinceridad. Esa voz que indica si se están haciendo las cosas bien, si se ha sido justo, amable o si se podría haber actuado de otra forma. No siempre es fácil escucharla, porque el mundo va muy rápido, pero cuando se logra, todo se siente más en calma.

Gestos que nacen del corazón

En un entorno como el de las residencias de mayores de Ballesol, se aprenden muchas cosas. Una de ellas es observar más y hablar menos. A veces, con solo mirar a una persona, se puede notar si necesita compañía o simplemente un gesto cariñoso. Sucede en momentos cotidianos, como en el comedor o durante una actividad.

Una mano en el hombro, un “¿cómo estás hoy?”, un “me alegra verte”, puede cambiarle el día a alguien. Eso también es vivir con conciencia.

La paciencia y el cuidado hacia uno mismo también forman parte de este aprendizaje. No siempre resulta sencillo. Muchas personas se exigen demasiado, se reprochan errores del pasado o se entristecen por lo que ya no pueden cambiar. Con el tiempo, se comprende que tener conciencia no es solo para con los demás, sino también con uno mismo. Perdonarse, cuidarse y hablarse con cariño es fundamental. Porque si no se empieza por ahí, ¿cómo se puede dar lo mejor a los demás?

En más de una conversación entre residentes, surgen ideas y reflexiones sobre este tema. Una persona decía que tener conciencia era “hacer el bien sin mirar a quién”. Otra contaba que era “dormir tranquila sabiendo que no ha hecho daño a nadie”. Y alguien más compartió una frase que resonó con todos: “Conciencia es hacer lo correcto incluso cuando nadie te ve”. Porque la conciencia, al final, es algo íntimo, personal. No se impone, se cultiva.

Un día para reflexionar… y seguir sembrando

El Día Internacional de la Conciencia invita a reflexionar, pero también a actuar. No hace falta hacer cosas grandes. A veces basta con escuchar sin interrumpir, con ser agradecido, con cuidar el entorno. En las residencias de mayores de Ballesol, esto se vive en los pequeños detalles: los profesionales que atienden con una sonrisa, los talleres donde se comparten risas, las visitas que se esperan con el corazón abierto.

Todo forma parte de una conciencia colectiva, de una forma de vivir más humana y más conectada.

Aunque el mundo tenga sus problemas, cada persona puede aportar algo bueno. La edad no es un límite. Al contrario, la experiencia da una mirada más profunda. Se sabe lo que duele, lo que cuesta, lo que vale la pena. Por eso, los mayores pueden ser ejemplo para los que vienen detrás.

En este Día Internacional de la Conciencia, se propone un pensamiento sencillo: escuchar más, juzgar menos, abrazar más y vivir con intención. No solo hoy, sino cada día. Porque, al final, la conciencia es lo que realmente hace a las personas más humanas.

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