Tener la experiencia de vivir el voluntariado alguna vez en la vida resulta una satisfacción personal grande; una sensación que no requiere de edad, ni de condición social. Es cierto que son los jóvenes los más activos en estas acciones, pero cada vez encontramos a personas mayores de 65 años que dedican su tiempo libre a los demás. Algunas que están a punto de jubilarse tienen en su esquema mental la intención, el interés y, por supuesto, la ilusión por colaborar con alguna asociación, o incluso prestar de manera altruista sus conocimientos profesionales para enseñar a otros que no tienen recursos para formarse. Realmente es una bonita alternativa o decisión para experimentar durante los años de jubilación. El día es largo. Hay tiempo para todo, y dedicarse a los demás resulta enriquecedor.
Ser voluntario significa realizar actividades de interés general de manera altruista, libre, gratuita y a través de organizaciones con arreglo a programas o proyectos concretos. Esta forma de colaboración organizada es garantía de seguridad para todos, voluntarios y beneficiarios, así como de mayor eficacia y alcance. Son muchas las entidades interesadas en contar con los mayores como voluntarios para el desarrollo de sus proyectos y actividades. El tiempo libre es el gran activo de los jubilados; incluso hay sectores que opinan que es importante que una parte de este activo lo rentabilicemos socialmente. Y es que la mayoría de los mayores se jubila en plena forma física y mental. Ser persona voluntaria no implica sustituir servicios profesionales remunerados.
«Aumenta la participación activa de las personas mayores en proyectos solidarios.»
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento activo como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida, a medida que las personas envejecen. Promocionar la autonomía personal y la participación social de este numeroso colectivo es lo que buscan algunos programas de envejecimiento activos destinados a mayores de 65 años, que están obteniendo una buena aceptación en todas sus vertientes. Una de ellas tiene que ver con el acceso a las nuevas tecnologías, con el objetivo de facilitar el conocimiento, actualización y utilización de las tecnologías de la información y la comunicación por parte de nuestros mayores. Entre las ideas fundamentales a tener en cuenta es que ser voluntario no debe significar “ayudar al pobrecito”, sino que enzarza una relación de cooperación y empatía con la otra persona. Antes de decidir colaborar en alguna actividad es importante tener una actitud predispuesta y favorable. Esto parece obvio, pero nunca se debe acudir a un voluntariado de manera obligada, o sin sentir sintonía con la labor a desempeñar.
En muchas ciudades y durante los fines de semana resulta normal ver a mayores y jóvenes voluntarios acompañar a grupos de personas discapacitadas a merendar, al cine o bien a una exposición pictórica. Éste puede ser un voluntariado, como el acompañamiento en domicilios o en residencias, a consultas médicas, animación de grupos, charlas, audiciones musicales, coro o teatro, salidas a la playa, al cine, visitas a personas internas en centros penitenciarios, apoyo y acompañamiento a drogodependientes en rehabilitación, gestión de un ropero en una parroquia y un largo etcétera. Son tantas actividades como acciones sociales necesarias. Según los expertos, la participación en estas tareas voluntarias de carácter humanitario rompe con la idea de inactividad e inutilidad que a menudo surgen en estas personas, logrando que se sientan útiles e integrados en el entorno social.
«Ser voluntario significa realizar actividades de interés general de manera altruista, libre, gratuita y a través de organizaciones con arreglo a programas o proyectos concretos»
En realidad, hay mucho por hacer y construir en nuestros barrios y no hace falta irse al extranjero para echar una mano. En este campo de la cooperación, es recomendable que el voluntario acceda a un proceso de formación. Muchas asociaciones facilitan esa etapa formativa, una fase trascendental para la persona voluntaria, puesto que se ofrecen unas nociones básicas relacionadas con la educación para el desarrollo. Por ejemplo, la ONG Asamblea de Cooperación por la Paz ha puesto en marcha una campaña con la que espera atraer a unas 30.000 personas mayores, siendo el ámbito de actuación la cooperación internacional. El proyecto cuenta con tres fases: la primera se lleva a cabo una labor de difusión e información sobre la importancia de la participación de las personas mayores como voluntarios en el ámbito de la solidaridad internaci
onal; en el segundo periodo, se imparten cursos formativos entre los mayores y, por último, se realizan actividades de sensibilización y educación con el fin de que se incorporen al grupo de voluntarios de la ONG.
No cabe duda de que se abre una etapa enriquecedora, activa y llena de contenido para la persona. Aparte, este envejecimiento activo mejora la imagen del mayor en la sociedad y sobre todo se potencia un intercambio generacional relevante.