LOS MAYORES CORAZONES

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El 71,1% de los mayores de Europa cree que es importante ayudar a las personas que tenemos cerca

El tiempo no resta valor a los objetos. Los años dan un plus añadido a esos instrumentos que han acompañado pasando inadvertidos a nuestros antepasados, y hoy… ¡su valor es incalculable!
En ocasiones se nos olvida el valor de lo material, pero mucho más el de todo aquel que nos rodea. Las personas, como esos curiosos objetos, aumentamos nuestra valía a medida que pasan los años.
Hoy, lejos de ser un elemento susceptible de ser sustituido, son la pieza central y más importante de nuestra familia. Sin ella, la imagen de nuestra vida no estaría completa.
No se trata de un valor que se guíe por un baremo sentimental, aunque en este aspecto también tengamos que hacer notar su figura. Ellos son más sabios que cualquier libro o enciclopedia a la que podamos recurrir, porque han sido los protagonistas del camino que narran esos textos.
El apoyo que proporcionan desinteresadamente abarca todo tipo de aspectos indispensables para su entorno. Han sido hijos, padres y cuando las marcas del tiempo dejan en su rostro la belleza que proporcionan los años vividos, vuelven a ejercer de padres con sus nietos. Según revelan los datos del estudio de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España uno de cada cuatro abuelos se ocupa de cuidar de sus nietos, una ayuda impagable que permite conciliar la vida laboral con el cuidado de los hijos. Un 20,2% de esta ayuda está destinada a la familia, y en el caso de las amistades o vecinos, los mayores que ayudan con su labor son un 6,4%.

 

España es el país de la Unión Europea en el que sus mayores prestan más ayuda a las personas más próximas, un 77% frente al 33% de nuestros vecinos de Portugal.

 

No sólo se ocupan del cuidado de sus nietos, además nuestros mayores atienden las labores del hogar de su familia, a menudo se encargan de resolver recados, ser compañía en las citas médicas y si la situación lo requiere, recoger incluso a sus seres más queridos en sus propios hogares. Nuestros mayores no cesan nunca en su labor de cabeza de familia, incluso como sustento económico.
España es el país de la Unión Europea en el que sus mayores prestan más ayuda a las personas más próximas, un 77% frente al 33% de nuestros vecinos de Portugal.

Voluntario después de los 65

Muchos podrían justificar estas acciones como una obligación dentro de los lazos sanguíneos familiares. Lejos de ser una afirmación que deba ser entendida como un mandato, los mayores demuestran su generosidad y su incansable actividad en la ayuda desinteresada fuera de sus hogares. A estos virtuosos de más de 65 años se les conoce como voluntarios.
En España, algo más del 50% de las personas mayores que participan en instituciones solidarias lo hace a través de una ayuda monetaria. La otra mitad se encarga de labores como la recogida de alimentos, ropa o incluso como remedio contra la soledad de niños y grupos desfavorecidos.
Su apoyo es vital para muchos sectores sin recursos de la sociedad. Esta donación altruista es un intercambio de beneficios para nuestros mayores y aquellos que necesitan su ayuda. Su participación es por tanto recomendable para lograr un envejecimiento activo.

 

Los mayores españoles son los que más valoran la ayuda,
el 93,8% lo considera muy importante.

 

Uno de los mejores ejemplos de esta labor de voluntariado después de la jubilación es la que lleva a cabo el equipo de la Federación Española de Banco de Alimentos, FESBAL, la cual está compuesta casi en su totalidad por voluntarios mayores de 65 años que se ocupan de todo tipo de labores dentro de esta Federación con estructura empresarial. Los voluntarios ocupan puestos que nada tienen que ver con su experiencia laboral. Se encargan de negociaciones, logística en el almacenaje de comida, e incluso del reparto de forma totalmente desinteresada. Su labor ha ayudado a repartir durante 2011 un total de 104 kilos de comida a los más necesitados. Todos los voluntarios ayudan con su trabajo a miles de familia, y aunque no están remunerados reciben a cambio una enorme inyección de autoestima.