LAS PIEDRAS PRECIOSAS, EL VALOR DE LA BELLEZA.

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Las piedras preciosas tienen un gran valor por la dificultad para encontrarlas en la naturaleza, por su rareza y sobre todo por el color, el brillo y la transparencia. Existen cinco piedras de este calibre por excelencia: la esmeralda, el rubí, el zafiro, el diamante y la amatista. Otro elemento común a todas es su gran poder energético.

La naturaleza tiene gestos hermosos con el hombre, aunque a veces no sepamos percibirlos.

En determinados momentos, lo que ocurre es que esos regalos naturales son demasiado caros para disfrutarlos.

Las piedras preciosas, como su nombre indica, son tan hermosas y tan caras que no están al alcance de todos los bolsillos. Sin embargo, podemos gozarlas con cierta distancia en los escaparates de las joyerías o en algunos museos.

Hablamos de cinco gemas: diamante, rubí, zafiro, esmeralda y amatista. La gema es un mineral, roca o material petrificado que al ser cortado y pulido se puede usar en joyería. Otras son orgánicas, como el ámbar de color anaranjado, que es una resina de árbol fosilizada. Algunas gemas bellas son demasiado frágiles para ser usadas en joyería y suelen exponerse en museos. 

Otras son manufacturadas para imitar a otras gemas. De todas formas, aunque se copien la forma y el color de la piedra, es cierto que las características físicas o químicas se distinguen a la perfección.

Sin embargo, las gemas sintéticas no son necesariamente una imitación. Por ejemplo, el diamante, el rubí, el zafiro y la esmeralda pueden ser creados en laboratorios con las mismas características físicas y químicas que las originales.

A lo largo de la historia, durante el estudio y clasificación de los minerales hubo un momento en que se hacía pertinente usar un método que permitiera discernir los diferentes grados de dureza de los minerales y rocas. El primer intento de establecer un método para tal fin, más amateur que profesional, se debió a Friedrich Mohs. Su sencillez tanto de memorización como de aplicación no lo han desbancado de su sitio, ya que puede emplearse en la vida diaria de campo de los geólogos.

Las peculiaridades que hacen que una piedra sea preciosa responden a tres factores: la escala de dureza de las mismas, elemento que garantiza su durabilidad; en segundo lugar, la rareza, escasez o dificultad para encontrarla en la naturaleza y, por último, su belleza y perfección.
La amatista es de color violeta. En la actualidad, hay una rama de expertos que cuestionan su carácter de piedra preciosa al haberse encontrado grandes cantidades de yacimientos en Brasil. Por otro lado, la esmeralda es de color verde y los ejemplares más valiosos suelen hallarse principalmente en Colombia, aunque también hay yacimientos en Brasil, Zimbawe, Sudáfrica y Pakistán. 

El rubí es de color rojo y se encuentra principalmente en Vietnam, Kenia, Sri Lanka, Tanzania y Birmania. Es una de las piedras más valoradas que se caracteriza por su brillante color rojo. El zafiro es de color azul. Cualquier mineral de alta calidad que no sea rojo (rubí) se llama zafiro, aunque el zafiro más común sea el azul. Sri Lanka y Birmania producen zafiros azules de gran valor.

La intensidad, uniformidad y pureza del color son las características más importantes a la hora de valorar un zafiro azul.

Y, por último, el diamante, que es la sustancia más dura que existe, y es el material más resistente a ser rayado, pero esto no significa que aquellas personas que tengan un preciado diamante no deben descuidar la atención y el mantenimiento de la pieza, para que siga luciendo como el primer día. Es recomendable lavar esta piedra preciosa cada cierto tiempo con un poco de jabón disuelto en agua.

Las piedras preciosas emiten vibraciones y frecuencias y tienen un gran poder energético. Cuando la luz del sol brilla a través de gemas se dice que se transforma en las varias longitudes de onda de cada gema, afectando positivamente al portador. Las tradiciones más antiguas y las investigaciones actuales coinciden en que el hombre es un receptor y transmisor de energía, al igual que los cristales.
Por ejemplo, la esmeralda reporta armonía y el zafiro está considerado la “piedra de la prosperidad” que traía los regalos de la vida, quitando frustraciones, y satisfaciendo los sueños. En la antigüedad se creía que el rubí poseía poderes místicos. Cuando se introducía debajo de la piel, los antiguos habitantes de Birmania creían que la piedra generaba una fuerza que los protegía de accidentes y ataques.

Hemos hablado de cinco piedras preciosas por excelencia, pero también se encuentran otras gemas conocidas como semipreciosas. Se distinguen por su color, brillo, transparencia y pureza. Una piedra semipreciosa pura, sin imperfecciones y con un color radiante puede tener un valor incluso superior al de un diamante de similares características. Aunque para gustos, los colores y para colores piedras semipreciosas.

Existen aproximadamente 130 especies de minerales: ágata, aguamarina, jade, malaquita, azabache, ojo de gato, topacio, turquesa… Muchas de estas piedras semipreciosas van engarzadas en plata en pendientes, bien en bolas pasadas por hilo para lucir en un collar o una pulsera, o bien algunas conforman un detalle en miniatura colocado en un anillo.

Se constata que el ser humano, desde su aparición, siempre ha sentido devoción y dotado de un cierto misticismo a las piedras extrañas, confiriéndoles diferentes usos: para la ornamentación, como símbolo de poder y exclusividad, asociadas al culto de determinadas deidades e incluso utilizándolas para sanar o para todo lo contrario.

Con el paso del tiempo, diversas culturas en todo el mundo han reconocido las características curativas, de protección y de suerte de las gemas.

¿Creencia o superstición? Se dice que la aguamarina facilita el crecimiento intelectual rápido. El ámbar ayuda al proceso de la dentición de los bebés y proporciona la fuerza, la sabiduría y la paz y el cuarzo proporciona equilibrio al cuerpo, protege contra vértigos y hemorragias e incluso ayuda a la intuición...

Para muchas personas las piedras semipreciosas –posiblemente más asequibles que las preciosas– se convierten en toda una afición y coleccionan grandes cantidades. No hay duda, que todas las piedras sin distinción desprenden energía y belleza. Y en muchas ocasiones son regaladas como muestra de amor o cariño.


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