LOS RIESGOS DEL BRONCEADO

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Los dermatólogos recomiendan protegerse de los rayos ultra violetas durante todo el año. Para evitar las quemaduras y el melanoma se recomienda no abusar del sol y protegerse con cremas. Además, existen otros consejos prácticos como revisarse los lunares y visitar al especialista. 

Con el verano a las puertas, apetece estar mucho más tiempo fuera de nuestras casas, paseando por nuestros pueblos y ciudades; y en contacto muy directo con la naturaleza. Debemos tener precaución con el Sol y protegernos la piel, como la de la cara, hombros o brazos. Aunque no estemos en la playa, el Sol pica igual en la ciudad. No hay que olvidar que los rayos ultra violetas (UV) pueden causar lesiones en la piel durante cualquier estación del año y a cualquier temperatura. Es cierto que a muchas personas les gusta estar bronceadas, pero los malos cuidados y no tomar las medidas adecuadas nos pueden acarrear graves problemas en nuestra piel, desde quemaduras simples y agudas hasta problemas más serios, como la aparición de tumores y melanomas. La piel se pone morena para protegerse, no para embellecerse. Los cambios en la piel están relacionados con los factores ambientales, constitución genética, nutrición y otros factores; sin embargo, el factor aislado más importante es la exposición al Sol. Parece que los pigmentos naturales proporcionan algo de protección contra el daño en la piel inducido por el Sol. Los rayos UV son una forma invisible de radiación. Pueden penetrar la piel y dañar las células en forma de quemaduras. De hecho, el bronceado tampoco es saludable. Aparece después de que los rayos del Sol hayan matado algunas células y dañado otras. Los dermatólogos consideran que es necesario acabar con el culto al moreno y abusar menos del Sol.

Las autoridades sanitarias recomiendan en época estival tomar el Sol con moderación, utilizar las cremas protectoras y sortear las quemaduras solares, consejos que sirven para prevenir y evitar el melanoma. El melanoma es un tumor maligno, provocado por los melanocitos que es la causa mayor de la mortalidad por cáncer cutáneo. La adopción de pautas de conducta personal que no entrañen riesgo físico y el análisis de lunares y manchas en la piel que puedan ser sintomáticas de la aparición de la enfermedad son la base de una prevención, completándose después con la visita al dermatólogo. No todas las personas tienen la misma probabilidad de desarrollar un melanoma u otro tipo de tumores cutáneos. Existen algunos grupos con mayor riesgo, que deben tomar más precauciones que el resto de la población, como las personas con antecedentes familiares; quienes ya han tenido alguna vez un melanoma; personas con lunares que cambian de aspecto, o bien aquellas personas que tengan un gran número de lunares. También tienen que tener más cuidado las personas con ojos claros y pelo rubio o pelirrojo, o bien aquellas con piel muy blanca que se queman fácilmente al Sol. Por último, deben prestar especialmente atención aquellos individuos que por trabajo o aficiones pasan mucho tiempo al Sol.

Los rayos ultravioletas del Sol dañan fibras de la piel llamadas elastina. El deterioro de las fibras de elastina causa que la piel cuelgue, se estire y pierda su elasticidad. La piel también se amorata y se rompe con más facilidad y tarda más en curarse. Así que, mientras que el daño causado por el Sol no se ve mientras se es joven, se va acumulando y sí es notable con el paso de los años. Si pasamos el verano en la playa o en la montaña y vamos a estar expuestos al Sol, los especialistas aconsejan usar adecuadamente los protectores solares, ya que reducen hasta un 80% los problemas epidérmicos. Los productos con protección contra el Sol están identificados con el símbolo “SPF”, que significa factor de protección del Sol, seguido de un número. Cuanto más alto sea este número, mayor es la protección. Se recomienda aplicar una capa del protector media hora antes de tomar el sol. Se debe evitar la exposición al Sol en las horas centrales del día, es decir, entre las 12 y las 16 horas. También se aconseja utilizar barreras físicas para que el Sol no llegue a la piel: sombrillas y sombreros de ala ancha para proteger sobre todo el cuello, las orejas y la cabeza. Y en todas las edades, se deben usar gafas solares que absorban el cien por cien de las radiaciones ultravioleta. Por otro lado, beber abundante agua para evitar la deshidratación y protegerse también en los días nublados.