Ballesol ha iniciado este 2018 con ilusionantes retos en Vigo. La emoción se respira tras la puesta en marcha de un nuevo centro, una actividad que mantiene muy ocupados a los profesionales de Ballesol Vigo desde que empezó su andadura en enero. Los días han pasado también con gran intensidad para el equipo de Ballesol Poio: cumplir con unas expectativas elevadas es el legado que asume el equipo que toma el relevo de la residencia en Pontevedra.
Ángeles Ramírez, directora de la nueva residencia de Ballesol Vigo, explica cómo han vivido estas últimas semanas. “Todo el equipo está volcado en trasmitir a las familias y a los nuevos residentes cuáles son nuestros pilares de trabajo: el respeto, la paciencia y la empatía con las personas que llegan a Ballesol”.
Hablar de excelencia es hablar de la hoja de ruta cotidiana de la entidad. Un término que hay que habitar con contenidos. Y Ángeles tiene claro el foco: “cuidar a cada residente como un ser único y con distintas necesidades. Por ello son importantes esos detalles que facilitan que la persona y su familia se sientan como en su propia casa”.
«ESE CONCEPTO DE EXCELENCIA LO APRENDÍ DE FIDELIA PÉREZ Y CELIA ARCE, DOS HISTÓRICAS DE ESTA CASA: DISTINGUIR A CADA UNO DE NUESTROS RESIDENTES COMO SE HACE EN CUALQUIER FAMILIA» ANA QUIROGA
La responsable de Ballesol Vigo reconoce que la primera dificultad como gestora pasa por lograr que las familias puedan romper los tabúes y prejuicios que, en ocasiones, se tienen de las residencias de mayores. “Hoy en día los centros residenciales son lugares llenos de vida, de actividades, de ocio, de alegría”. En esa toma de contacto primigenia entre las familias y Ballesol, considera esencial comunicar tranquilidad y cariño. “No tenemos horarios de visitas, los residentes están en su casa y pueden recibir a sus seres queridos en cualquier momento. Eso da mucha seguridad”, destaca.
Mantener una alta motivación de los equipos es una ocupación prioritaria para Ángeles. Sabe que si los profesionales están bien, esa satisfacción se trasmite en los cuidados. “Formarse es esencial en cualquier ámbito de la vida”, señala, “más aún si hablamos de trabajos que tienen relación directa con el bienestar de otras personas”.
Con esta visión de los cuidados coincide la nueva directora de la residencia Ballesol Poio, Ana Quiroga, que se incorpora en 2018 a un centro que lleva 12 años en funcionamiento. “Para mí”, explica, “el concepto de excelencia lo aprendí de Fidelia Pérez y Celia Arce, dos históricas de esta casa: distinguir a cada uno de nuestros residentes como se hace en cualquier familia. Estoy viendo a la persona, con su nombre, sus emociones, sus necesidades, no veo únicamente todo lo que debo hacer con ella a lo largo del día. Esa humanización es la base de nuestro trabajo”.
Lograr que las personas mayores se sientan realmente a gusto es una de las claves para el personal de Ballesol. “A mi llegada, encontré que las familias tienen una percepción de la calidad alta”, percibe la directora del centro en Poio. Ese grado de satisfacción tiene pocos secretos, según Ana. “Los profesionales de Ballesol Poio son personas muy implicadas. Han salido de situaciones muy complejas. Este es un centro valorado de puertas adentro y en la comunidad”.
No es difícil entender que los retos que Ana Quiroga se marca para este 2018 tienen que ver con la continuidad. “El listón que he recibido es muy alto y queremos que siga siendo así. Cada departamento se compromete con esas expectativas que das a los residentes, y en términos generales la familia percibe que su ser querido está mejor aquí que en casa. Eso es reconfortante”.
Para conseguirlo día a día, la directora de Ballesol Poio incide en que hay que mantenerse despierta ante las necesidades de sus equipos. “Tener una actitud de escucha es mi mayor reto diario”, añade.
Cerrar ese círculo que recorren la excelencia del servicio, la satisfacción de los residentes y la percepción positiva de las familias no es fácil. Ambas directoras tienen claro cuál es el motor que mueve a los profesionales de Ballesol. “Acompañar a una persona en esta etapa de madurez es vocacional. Nos tiene que gustar, pero también lo vemos como una oportunidad y una suerte”.